Color del sitio web:

world.today seasons.today faith.today

El Bautismo: ¿en quién y para qué?

julio 12, 2022

Author: Peter Johanning

Print
Escúchalo

¿El Bautismo de Juan o el de Jesús? ¿Hay alguna diferencia? Sí, la diferencia es grande, y hubo un tiempo en que esta jugó un papel importante. Uno bautizaba para arrepentimiento, el otro para salvación.

El Bautismo que Juan el Bautista practicaba a las personas en el Jordán fue descrito por Pablo en la conversación con los discípulos del Bautista como “Bautismo de arrepentimiento”: “Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo” (Hechos 19:3-4).

En consecuencia, el Bautismo de Juan no era el Sacramento que se celebra hoy en las Iglesias como Sacramento inicial del cristiano, sino que se consideraba más bien una expresión del arrepentimiento humano. Pablo escribe con razón que Juan era consciente de su posición de haber sido simplemente el precursor del Mesías. Su testimonio era tan convincente que cada vez más personas eran bautizadas (Mateo 3:5-6). Ganó una gran multitud para Jesús. Su programa en una frase fue: “Es necesario que él [Jesús] crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30). Sin embargo, no era un asceta del desierto cualquiera, sino que tenía influencia y un nombre.

El arrepentimiento como expresión de la actitud interior

Su afirmación de predicar “para arrepentimiento” la hizo valer primero para sí mismo: ¡actuaba de acuerdo con sus palabras! De su boca salían pocas cosas edificantes, sus prédicas se caracterizaban más bien por las advertencias contra los excesos y la decadencia. Él mismo vivía ascéticamente y se mantenía alejado de cualquier lujo. Al menos eso es lo que escribe Flavio Josefo, un historiador judío de la segunda mitad del siglo I.

Esa puede ser una de las razones por las que su número de seguidores era bastante amplio. Y esa coherencia de palabra y acción sigue cautivando a la gente hoy en día.

Después de la violenta muerte de Juan, siguió habiendo seguidores suyos, probablemente no solo en Palestina, sino también en Éfeso, es decir, en Asia Menor. Los mandeos, una congregación religiosa monoteísta, siguen existiendo en el sur de Irak y en el vecino país de Irán. Existen comunidades extranjeras más grandes en Australia y Suecia. Lo que tienen en común son las estrictas reglas de purificación y una vida de ascetismo.

El Bautismo como Sacramento de salvación

Jesús conocía a Juan. Acudió a Juan y se dejó bautizar por él en el Jordán al comienzo de su actividad. Esto era tanto una prueba del carácter vinculante en el culto de un acto de purificación como del respeto a la misión del Mesías que estaba emergiendo. Quien planea grandes cosas necesita de antemano orientación. Y esta vino del cielo mismo: “¡Este es mi Hijo; a él oíd!”.

El Bautismo con Agua y en nombre de la Trinidad se convirtió en un Sacramento cristiano recién más tarde, cuando ya habían pasado varios siglos. Hoy, el Bautismo es el vínculo fundamental con Dios. Por el lavacro del pecado original, el bautizado es sacado del distanciamiento de Dios. Llega a estar cerca de Dios. Se convierte en cristiano. Por su fe y su confesión a Cristo, el bautizado pertenece a la Iglesia de Cristo.

Esto es fundamental. En el Catecismo INA 8.1.3, se declara que el Santo Bautismo con Agua es necesario para la salvación: “El Santo Bautismo con Agua es imprescindible para ser partícipe de la salvación. Es el primer paso en el camino hacia la completa redención. De ahí que el Santo Bautismo con Agua abra el camino a la eterna comunión con el trino Dios”. Así, mientras que el Bautismo de Juan se entiende como un Bautismo de arrepentimiento, el Bautismo en Jesucristo es un acto de salvación. El Bautismo cristiano es una dádiva de Dios y no una obra del hombre. En el Bautismo, el Trino avala su cercanía al hombre.

El principio de las últimas cosas

Aunque el Bautismo marca el punto de partida en el camino de la salvación, también está anclada en él la meta. Este es el núcleo de Romanos 6: El que ha sido bautizado en Cristo murió con Él al pecado. Y siendo igual a Él en su muerte, también será igual a Él en la resurrección para que “también nosotros andemos en vida nueva”.

Foto: Wirestock – stock.adobe.com

julio 12, 2022

Author: Peter Johanning

Print