La globalización tampoco se detiene cuando de elementos litúrgicos se trata. Los cálices para la Santa Cena se producen y se envían más allá de las fronteras de los países. El lugar de donde provienen es una ciudad ubicada en el estado confederado de Tamil Nadu, en la India.
Hace 2.000 años Jesucristo instituyó en la noche previa a su crucifixión la Santa Cena. Cuando estuvo reunido con sus discípulos, partió el pan y alcanzó el vino explicando en vista de su muy próxima muerte en sacrificio: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados» (Mateo 26:26-28).
Ya poco después, las primeras comunidades cristianas se reunían para el festejo de la Santa Cena. Y también hoy en el siglo XXI se reúnen los cristianos en recordación de esta primera Santa Cena y en memoria del padecimiento de Cristo y su prometido retorno. Los cristianos confiesan en la Santa Cena la muerte del Señor y experimentan la presencia de Jesucristo (Catecismo INA 8.2 La Santa Cena).
El cáliz de la Santa Cena: un recipiente litúrgico
Entre los recipientes litúrgicos de las comunidades cristianas está desde siempre el cáliz; o la custodia, como se llama el cáliz con una tapa fija. Originalmente, el cáliz era el recipiente que contenía el vino usado para el festejo de la Santa Cena. El cáliz se iba pasando de uno a otro hasta que todos hubiesen bebido de él. Entre 1917 y 1920 la Iglesia Nueva Apostólica introdujo las hostias con tres gotas de vino derramadas en su superficie. El cáliz existente se utilizó desde entonces como recipiente para contener las hostias.
Antes el cáliz se cubría con un velo, que era «un lienzo blanco, casi siempre bordado, que protegía al cáliz de la Santa Cena o a la patena de las hostias a fin de proteger los elementos de la suciedad», como lo explica la Red de la Historia Apostólica. En la comunidad de Fráncfort Oeste (Hesse, Alemania) hoy todavía se usan dos de esos cálices con velo. Y debajo del cáliz estaba el corporal, un lienzo también blanco que antiguamente en la liturgia romana conformaba el mantel superior del altar o palla corporalis.
Los materiales: madera, marfil y plata
En la Edad Media, las custodias se confeccionaban de madera especial o marfil; más adelante se utilizaron metales o metales preciosos como plata y oro. Estos objetos litúrgicos eran fabricados por artesanos especiales. No todo país se puede dar el lujo de tener plata y oro, informa la Iglesia Nueva Apostólica Filipinas en su sitio web. Ya que los cálices de la Santa Cena forman parte de los estándares mínimos de una comunidad nuevoapostólica, hace un tiempo se están aunando los esfuerzos.
Desde 2013 se están produciendo cálices de la Santa Cena en Chennai (India) en una pequeña manufactura, desde donde se envían a las comunidades en distintos continentes. «Global sourcing» o «aprovisionamiento global» significa que en este caso que se trabaja aunando los esfuerzos más allá de los límites de las Iglesias regionales. Por encargo de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional, la Iglesia regional Asia del Sudeste está a cargo de la respectiva logística.
La producción en dos años: 16.900 cálices
En los últimos dos años se produjeron casi 17.000 cálices que fueron exportados. Cuando en Pentecostés 2014 los 55.000 participantes del Servicio Divino celebraron la Santa Cena en el Estadio Olímpico de Múnich, 2.000 de los cálices que se usaron fueron fabricados en la India.
Entretanto han sido enviados por barco otros 3.000 cálices a Ciudad del Cabo, 3.600 a Angola y pequeñas cantidades a Santo Tomé, Ruanda, Papúa Nueva Guinea, Timor, Corea y también entregados a las Filipinas. Otras 500 custodias fueron mandadas el mes pasado por vía aérea a Kenia.
La forma: cáliz pequeño, cáliz grande
Se producen dos diferentes modelos de cálices: un cáliz sin pie, que se utiliza en general para comunidades pequeñas en zonas rurales y un así llamado cáliz doble con una patena interior en el que caben más hostias y está destinado para Servicios Divinos más grandes.
Los cristianos nuevoapostólicos de China tienen además su propia producción de cálices. Toman un recipiente de arroz, como el que utilizan cada día para comer y le fabrican una cruz, que fijan sobre su tapa. «Esto no se ve tan mal», opina el Apóstol de Distrito Urs Hebeisen en señal de reconocimiento y por cierto que esto cumple con su finalidad.