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El consuelo que hace fuerte

02 07 2025

Autor: Simon Heiniger

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Consuelo: a primera vista, esta palabra suena a lágrimas. Sin embargo, el consuelo divino es mucho más, como aclaró el Apóstol Mayor Schneider. Dios nos asegura que está a nuestro lado, que nos conoce, que nos ama y que está siempre con nosotros, independientemente de la situación en la que nos encontremos.

“Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu siervo” (Salmos 119:76): estas palabras fueron el centro del Servicio Divino celebrado en Sighișoara (Rumania) por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider.

Consuelo que nos impulsa

El consuelo divino va mucho más allá de lo que el ser humano se imagina, explicó el Apóstol Mayor. No se trata solo de aliviar la tristeza, sino de la promesa eterna de Dios: “Estoy aquí, te conozco y te amo, estoy a tu lado y siempre contigo”. El Espíritu Santo nos recuerda una y otra vez esta certeza y nos muestra que la misericordia y la gracia de Dios son la verdadera fuente del consuelo.

En su prédica, el Apóstol Mayor mencionó diez beneficios a través de los cuales este consuelo se puede experimentar concretamente en la vida cotidiana.

La gracia terrenal: ver lo que importa

“El ser humano siempre se concentra en lo que no tiene y considera injusto que los demás tengan más”, dijo el Apóstol Mayor. El Espíritu Santo quiere dirigir la mirada hacia lo que Dios nos da sin merecerlo. “No pienses solo en lo que no tienes, piensa también en lo que te he dado y que no mereces”. Muchas cosas parecen sobreentendidas: “Tienes un esposo, tienes una esposa, muchos no lo tienen. Estás sano, otros llevan años enfermos. ¿De verdad crees que tú te lo has ganado y que los demás no lo tienen porque no se lo merecen?”.

La gracia de la elección: aceptados sin mérito alguno

Otro consuelo reside en que Dios eligió a los seres humanos antes de la fundación del mundo. Antes incluso de que ellos pudieran contribuir en nada, Él decidió amarlos incondicionalmente. El Apóstol Mayor destacó esta profunda promesa de Dios: “Te amo tal como eres, sin importar lo que hagas, sin importar cómo te comportes, siempre te amaré con el mismo amor”.

La gracia de la vida eterna: una esperanza que permanece

En medio de todo el sufrimiento, permanece la promesa de Dios de que tiene preparada para los seres humanos una dicha eterna que hará olvidar todas las penurias terrenales. El Apóstol Mayor Schneider señaló con insistencia que en la nueva creación cada día ofrecerá nuevos motivos para alabar a Dios. A menudo, los seres humanos se preguntan: “¿Por qué la vida es tan injusta?”. Pero igual de inexplicable es la gracia de Dios: “¿Por qué Dios quiere hacerme tanto bien precisamente a mí? No puedo ser merecedor de ello”.

El perdón: no hay fin para un nuevo comienzo

Una y otra vez el ser humano comete errores, y una y otra vez Dios le concede el perdón. El Apóstol Mayor subrayó que esta gracia no condena, sino que hace que nos levantemos. Este perdón nos alienta a no cansarnos de luchar contra el mal y de perdonar a los demás. “¡No te rindas, sigue luchando!”, exhortó. La gracia de Dios no es una carta blanca para seguir viviendo como antes, sino una invitación a la conversión y a la búsqueda perseverante del bien.

Gracia en todo lo necesario: Él da el sostén

La gracia de Dios contiene todo lo que el ser humano necesita para alcanzar la consumación, no solo la palabra y el Sacramento, sino también las circunstancias concretas en la vida de cada uno. Los seres humanos suelen tener sus propias ideas sobre lo que necesitan para su salvación. Pero Dios no promete la satisfacción de todos los deseos, sino lo que es realmente necesario: “No tienes todo lo que deseas, pero si lo deseas sinceramente, recibirás de mí todo lo que necesitas para ser redimido”.

Tiempo de gracia: oportunidad para la conversión

Dios concede a los seres humanos tiempo adicional, un período de gracia para realizar cambios y hacer lo que Él espera. “Aún no es demasiado tarde, ¡haz algo!”, apeló el Apóstol Mayor con claridad. Este tiempo de gracia es, asimismo, una oportunidad y una exhortación a actuar y no limitarse a esperar.

La gracia de la consumación, porque Él la realiza

Los seres humanos nunca podrían llegar a ser perfectos como Cristo por sus propios medios. Pero Dios no mira el resultado final, sino la sinceridad de los esfuerzos. “Dios permitirá que llegues a la consumación por gracia”, aseguró el Apóstol Mayor.

Gracia para todos: abierta hasta el final

La idea de que Dios no abandona a nadie, ni siquiera a aquellos que se han alejado de Él, es un aspecto consolador de la gracia. “No te preocupes innecesariamente, yo los amo más de lo que tú los amas”, subrayó el dirigente de la Iglesia. Dios da a cada persona hasta el final la oportunidad de volver a Él.

La gracia más poderosa: Cristo tiene la última palabra

A veces, el mal parece abrumador. Pero el Apóstol Mayor recordó que la gracia de Dios es siempre más fuerte. La Obra de Dios llegará a la consumación, ningún poder puede impedirlo. “No te preocupes, yo llevaré mi Obra a la consumación, ¡nadie puede impedírmelo!”.

La gracia en tus dones: descúbrelos y utilízalos

Por último, Dios exhorta a todos a reconocer los dones recibidos y a utilizarlos en su servicio y para el prójimo. “Aprovecha estos dones de la gracia para hacer el bien a tu prójimo”, exhortó el Apóstol Mayor al final.

La gracia de Dios es más que un consuelo. Es fuente de fuerza, acompañante en el camino y esperanza para el futuro, para todos aquellos que mantienen los ojos abiertos al obrar del Espíritu Santo.

Photos: NAK Schweiz

02 07 2025

Autor: Simon Heiniger

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