El edificador de puentes entre Iglesias, culturas y generaciones
Durante las semanas que hemos dejado atrás se habló mucho de reconciliación. En relación con ella no podemos dejar de nombrar a un hombre que silenciosamente allanó caminos. Hoy, hace 50 años, era ordenado en el ministerio que predica la reconciliación. Nos referimos a Hermann Engelauf.
“¡No profiramos palabras duras ni reproches ni seamos prejuiciosos con la otra parte!» Con estas palabras, Hermann Engelauf transmitió su concepto de encargo, por ejemplo al autor de una crónica nuevoapostólica en Renania. En aquel momento todavía imperaba una suerte de era del hielo entre la “Comunidad Apostólica” y la “Iglesia Nueva Apostólica” de Alemania. Ambas se habían separado 50 años atrás a causa de un conflicto. Pero ya en la década de 1980, el Apóstol de Distrito de Renania-Westfalia con alegría respondió al incentivo del Apóstol Mayor Hans Urwyler de dirigirse a los hermanos y hermanas apostólicos.
Colocación de la piedra fundamental para un nuevo comienzo
Pero en aquella época se abrieron fisuras profundas, cuando una serie de apreciaciones históricas durante cierta tarde informativa en diciembre de 2007 no hicieron más que exacerbar las reacciones. Hermann Engelauf y su amigo Werner Kuhlen, el hijo del Apóstol de Distrito expulsado de la Iglesia hace 50 años, fueron los encargados de la perseverante tarea de edificar puentes. El Apóstol de Distrito ya en descanso impulsó al Apóstol Wilhelm Leber a visitar a Gerda y Werner Kuhlen. Esa tarde de domingo del 30 de marzo de 2008 puede considerarse el día de colocación de la piedra fundamental para un nuevo comienzo.
Hasta ahora, el momento culminante de los hechos que se fueron sucediendo es la firma de la declaración de reconciliación del 29 de noviembre de 2014. Hermann Engelauf ya no pudo estar presente, porque había fallecido el 15 de octubre de 2011. La reconciliación surgió en el cruce del puente de la comprensión mutua que Hermann Engelauf y Werner Kuhlen habían edificado de manera laboriosa y perseverante.
Modelo para el ministerio de la reconciliación
Fue así que Hermann Engelauf vivió por anticipado lo que significa ser un Apóstol, el ministerio que predica la palabra de la reconciliación (véase 2 Corintios 5:18). El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider explicó con claridad que: “El ministerio de Apóstol es el ministerio de la reconciliación” poco después de firmar la declaración de reconciliación entre la Comunidad Apostólica y la Iglesia Nueva Apostólica. Por eso considera que su encargo consiste en llevar la idea de reconciliación también al seno de la Iglesia. “Recomiendo a todos que se apropien de este pensamiento impulsándolo como pensamiento personal y que experimenten por su parte la reconciliación».
Que Hermann Engelauf siempre se propuso edificar un puente que conecte con el otro no sólo se mostró en la reconciliación con la Comunidad Apostólica, sino también en el trato con los hermanos y hermanas en la fe y con los portadores de ministerio. “Como afecto en estado puro”, describió el Apóstol Mayor Leber.
Sin perder de vista a todas las generaciones
El Apóstol de Distrito tendió un puente que conecta con los corazones de los mayores, cuando los convocó al primer Día central de la Tercera Edad y cuando se dirigió a ellos llamándolos «la columna vertebral de las comunidades”.
También edificó puentes mediante los Días de la Juventud y cambió la forma estricta de los Servicios Divinos de la tarde favoreciendo una hora de celebración con música y exposiciones orales. A iniciativa de él, además fueron construidos centros para la realización de seminarios en las localidades de Quelle y Hochdahl.
Hermann Engelauf también se acercó a los niños. Organizó el primer Día del Niño en Renania del Norte-Westfalia e invitó a él al Apóstol Mayor Richard Fehr. Los niños de Schöller y Darfeld también eran invitados regularmente a los eventos recreativos que se realizaban en predios adquiridos por la Iglesia.
Con su gran corazón, el Apóstol de Distrito logró acceder a personas de todas las culturas y a pesar de todas las barreras idiomáticas, también logró edificar rápidamente un puente que conectara con ellas. Así lo vivieron los hermanos y las hermanas de Portugal y en los demás países de habla portuguesa que pronto le fueron confiados. Sea cual fuere el lugar en el que Hermann Engelauf activara, la siguiente palabra del Apóstol Mayor Leber es la que lo caracteriza mejor: “¡No conozco a otra persona que en la Obra de Dios floreciera y prosperara tanto como él!”