Entender realmente la palabra de Dios y anunciarla apropiadamente es un fundamento que tenemos en común. El Apóstol Mayor lo mencionó en un Servicio Divino para siervos, en el que también incluyó a sus esposas en ese deber.
Casi 500 participantes tuvo el Servicio Divino para siervos con esposas el viernes 29 de abril en Pointe Noire (República del Congo). Sirvió de base para la prédica el texto bíblico de 2 Pedro 1:20-21: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
Reconocer por el Espíritu Santo
Esta palabra “es muy importante para nosotros”, acentuó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider: “Debemos prestar atención en utilizar correctamente la Biblia y sus contenidos. Lo debemos hacer en el sentir deseado por Jesús”. Citó al respecto tres reglas:
- Para entender y explicar correctamente la Sagrada Escritura se necesita al Espíritu Santo, puesto que la Biblia, aunque está escrita por personas con errores, es inspiración del Espíritu Santo.
- “Jesucristo es el centro de la Sagrada Escritura”. Bajo esta luz hay que leer el Antiguo Testamento, donde sólo es importante lo que guarda conformidad con el Evangelio.
- “Si queremos entender correctamente al Biblia, debemos considerar cada pasaje en su respectivo contexto”.
Anunciar por el Espíritu Santo
No sólo el reconocimiento de la palabra de Dios, sino también su anuncio deben estar guiados por el Espíritu Santo, dijo el Apóstol Mayor refiriéndose al texto bíblico. De esto el Apóstol Mayor dedujo siete funciones como guía para los siervos:
- El Espíritu Santo no habla de sí mismo, sino que da testimonio de Jesucristo.
- El Espíritu Santo revela la voluntad de Dios. No se refiere a preocupaciones materiales, sino a la vida eterna.
- El Espíritu Santo enseña a orar como para poder ser escuchados, “pidiendo a Dios así como Jesús pide por nosotros”.
- El Espíritu Santo es el Espíritu del amor: “Todos los pensamientos que salen de Él fortalecen la unidad de la Iglesia”.
- El Espíritu Santo es el Consolador. El que está impulsado por Él defiende a los débiles e intercede por los culpables.
- El Espíritu Santo enseña a discernir los espíritus, a examinar todo y retener lo bueno.
- El Espíritu Santo sirve a Dios y su Obra: “Nunca utilicemos al Espíritu Santo para nuestro propio beneficio personal”.
No sólo los siervos, sino también la comunidad están dotados del don del Espíritu Santo, dijo el máximo dirigente de la Iglesia convocando a no “apagar” al Espíritu: no se trata de dictarles a los hermanos y hermanas lo que tienen que decidir, sino de equiparlos con las bases necesarias para que ellos puedan tomar buenas decisiones.
Y el Apóstol Mayor Schneider todavía tenía preparado en el Servicio Divino un último consejo para los siervos: “Estoy muy contento de que estén aquí los hermanos y hermanas para oír lo mismo que nosotros, pues entonces pueden dar la alarma cuando nosotros nos salgamos de la huella”.