El ministerio (25): En el centro de la comunidad
Discípula, predicadora, embajadora. Jesucristo estaba muy adelantado a su tiempo con respecto al papel de las mujeres. Así se puso de manifiesto también en las primeras comunidades cristianas: siete ejemplos de funciones de conducción que recién más tarde se convirtieron en ministerios, también para los hombres.
El propio Pablo es el testigo clave: describe a más de 40 personas como “synergós”, sus colaboradores. Los más conocidos son Tito y Timoteo. Aproximadamente una cuarta parte son nombres de mujer: Evodia y Síntique, por ejemplo, o Priscila.
Diaconisa, patrona, profetisa: éstas son las funciones descritas por el Apóstol. Y tanto para los hombres como para las mujeres: “Colaboramos” –en el texto original “synergós”, colaboradores– “para vuestro gozo” (2 Corintios 1:24).
Diaconisa y patrona
Febe aparece en Romanos 16. Abre la parte de recomendaciones de la epístola de Pablo y es evidentemente la portadora de la misma. Como primer punto de contacto para las consultas, debe conocer bien la línea de pensamiento del Apóstol, lo que la sitúa en la misma línea que Tito y Timoteo. Así, Pablo la llama “diakonos”, es decir, diaconisa de la Iglesia de Cencreas. Y le dice “prostatis”, que generalmente debe traducirse no solo como “ayudante”, sino también como “patrona”.
Maestra y líder
Priscila aparece en 1 Corintios 16, Romanos 16 y Timoteo 4, así como en Hechos 18. Aunque se la ve junto al hombre Aquila, en el texto original casi siempre se la nombra primero. Esto es inusual en la antigüedad y muestra la importancia que ella tuvo, por ejemplo, para el desarrollo de la Iglesia en Corintios, para el entrenamiento espiritual de Apolos y para la conducción de la Iglesia en Roma.
Consejera y dirigente
En Hechos 16 se presenta a Lidia con un detalle poco habitual. La rica comerciante de púrpura de la ciudad de Tiatira, en Lidia, vive en Filipos cuando Pablo se detiene allí. Se bautiza con toda su casa (“Oikos”). Según esto, ella es la única cabeza de familia. Y eso la convierte en la dirigente de la típica reunión gentilcristiana: la iglesia doméstica.
Famosa entre los Apóstoles
Junias es mencionada en Romanos 16:7. Durante mucho tiempo fue considerado un nombre de hombre. Sin embargo, para la mayoría de los antiguos Padres de la Iglesia y los eruditos modernos, se trata de una mujer. Pablo la llama –junto con Andrónico, un hombre– “estimados entre los Apóstoles”. Se discute si ambos se contaban entre los Apóstoles (de la Iglesia) en sentido amplio o si simplemente gozaban de gran prestigio en su círculo. No obstante, el Padre de la Iglesia Juan Crisóstomo dijo: “Cuán grande debió ser la sabiduría de esta mujer para que se la considerara digna del título de Apóstol”.
Punto de referencia en la Iglesia
En realidad, Cloé solo es un punto de referencia en 1 Corintios 1:11. Pablo menciona que en la Iglesia de Corinto había contiendas. La información le fue traída por “los de Cloé”, es decir, los miembros de su casa. Esto demuestra la importancia de esta mujer: Cloé es la cabeza de un grupo de creyentes a los que Pablo toma tan en serio que actúa a partir de su información. Y es tan conocida y respetada en la comunidad que Pablo puede referirse a ella.
La única discípula nombrada
Tabita tiene su propio pasaje a partir de Hechos 9:36 en el que Pedro la resucita de entre los muertos. Es la única mujer del Nuevo Testamento a la que se llama explícitamente “mathetria”, discípula. “Abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía”. La importancia de su posición en la comunidad de Jope se pone de manifiesto cuando cae enferma y muere: inmediatamente se envían mensajeros a la cercana Lidia para buscar a Pedro y pedirle ayuda.
Las cuatro predicadoras
Las hijas de Felipe aparecen en una frase subordinada en Hechos 21:9. Lo importante de esto es que las doncellas “profetizaban”. No se trata tanto de predecir el futuro. Más bien, “hablar proféticamente” o “profetizar” significa proclamar la voluntad de Dios y hacerlo con la autocomprensión de que se está haciendo en su nombre. Según 1 Corintios 14, Pablo considera que se trata de un don espiritual especialmente deseable que anima a las personas, las consuela y edifica la Iglesia. Para el Apóstol, esta función espiritual es tan fundamental que el orden establecido para el Servicio Divino de 1 Corintios 11 establece sus propias normas al respecto.
La importancia de las mujeres en las primeras comunidades cristianas también queda demostrada por fuentes históricas extrabíblicas. Plinio el Joven informa a su emperador Trajano de cómo él, como gobernador en Asia Menor, llegó al fondo del fenómeno de esta nueva religión: “Me pareció, pues, tanto más necesario averiguar por medio de la tortura lo que había de cierto en el asunto de dos mujeres esclavas, que se llamaban ‘Diaconisas’”.
Con el paso del tiempo y cuanto más se desarrollaba el concepto de “ministerio”, las mujeres pasaban cada vez más a un segundo plano. La Biblia también da testimonio de ello. El próximo episodio de esta serie tratará de ello.
Foto: bxtr – stock.adobe.com