¿Un Verbo hecho carne? ¿Qué se supone que es eso? La clave se encuentra al comienzo del Evangelio de Juan. Este famoso prólogo habla del “Logos” que habita “entre nosotros”. Y eso tiene mucho que ver con la Navidad.
“Logos” es un concepto clave, o como dicen los teólogos: la clave hermenéutica, el principio para aprender a comprender. Es la palabra usada por Dios para la creación: “¡Haya!”. Todo lo que el ser humano ve y comprende es Logos. En conceptos similares, como en la lógica o la cosmología o la analogía, aparecen algunas de estas dimensiones. No hay filosofía sin Logos. Y la religión tampoco puede prescindir de él: “En el principio era el Verbo [el Logos], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. A través de este Verbo fue creado todo: el ser humano, el mundo, la vida, la luz.
¿Y qué tiene que ver esto con la Navidad, cuando los cristianos de este mundo conmemoran a un pequeño niño nacido en una noche oscura muy lejos, en la inhóspita región de la actual Cisjordania? Es precisamente allí donde se disputa la paz mundial. No son solo los sistemas políticos o culturales los que luchan entre sí, sino también las religiones mundiales cercanas que se refieren al mismo Logos.
Dios se vuelve hombre
En el cristianismo, el Logos está vinculado a Jesucristo. Jesucristo forma parte de la Trinidad de Dios y se vuelve hombre: el Dios que se vuelve hombre. Todas las Confesiones de fe importantes de todas las denominaciones hablan de esto: Jesucristo es Dios y se volvió hombre.
“Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios unigénito y nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no hecho, consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas, quien por nosotros los hombres y la salvación nuestra, descendió de los cielos. Y se encarnó de María Virgen por obra del Espíritu Santo y se hizo hombre”.
La Navidad recuerda a la humanidad que la vida tiene sentido, incluso cuando la realidad de la propia vida lo contradice. La Navidad deja claro que el miedo, la opresión, la tiranía y el terror llegarán a su fin. El nacimiento de Cristo representa la libertad, la paz, el amor. Por diametralmente opuestos que sean estos motivos, el mensaje del prólogo de Juan es claro: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Esto tiene consecuencias de gran alcance:
- Si Dios viene a la tierra, es por interés en su creación.
- Si Dios habla a los seres humanos, quiere mejorarlos, salvarlos, redimirlos.
- Si Dios fue hombre, conoce todos los misterios que hacen humanos a los seres humanos.
- Si Dios se vuelve hombre, es para ser Maestro y ejemplo de los seres humanos que se orientan en Él.
La Navidad como misión
Por lo tanto, la Navidad no es un regalo único para todos, sino una tarea para cada uno. El cristiano sigue a Cristo, se convierte en discípulo de su Maestro. Jesucristo envía al mundo a los que creen en Él, como el Padre lo envió a Él, para anunciar la gloria de Dios. Lo que hacen, lo hacen para gloria de Dios y no para complacer a los seres humanos. No son tan presuntuosos como para suponer que encarnan la voluntad divina, pero están decididos por amor a Dios a orientarse en esa voluntad. Los cristianos se aceptan mutuamente para gloria de Dios y luchan por la unidad.
En este sentir, deseamos a todos los seres humanos una fiesta de Navidad 2022 llena de paz y bendición.