Una construcción llena de poder simbólico: el altar conecta una orilla con la otra. Así celebraron los jóvenes de la República Democrática del Congo su preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos. La historia detrás de la imagen.
Más de 4.400 participantes asistieron al Servicio Divino del domingo pasado. Los jóvenes de la megaciudad de Kananga se sentaron a ambos lados del río Nganza en las sillas que ellos mismos habían traído. El altar en el que el Apóstol Adrien Ngolaminga dirigió el Servicio Divino se encontraba sobre un puente de madera construido para esa oportunidad directamente sobre el agua.
El versículo bíblico para este Servicio Divino fue tomado de 1 Tesalonicenses 4:14: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”. Se trataba de la preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos del próximo domingo.
Y así es como los participantes entendieron el espacio de ese altar tan especial: las dos orillas separadas por el altar simbolizan los ámbitos de los vivos y de los muertos, entre los que Dios se sitúa para darles un río de gracia que, en última instancia, conduce a todos a la Primera Resurrección.
Pero la imagen es aún más profunda: el Servicio Divino en ayuda para los difuntos tiende un puente entre este mundo y el más allá. Los Sacramentos, instituidos para ambas partes, se dispensan a los vivos para que desplieguen su efecto salvífico en los difuntos.