El sol ardiente, la nieve blanca—¿dónde comienza la verdad?
La verdad en general no tiene hogar, dice un proverbio. Y, de hecho, la verdad es un visitante fugaz. Sin embargo, no es nada menos que un derecho humano. No obstante, ¿a qué verdad se refiere?
La verdad tiene muchas caras, tantas como seres humanos hay. Cada ser humano no solo tiene derecho a la verdad, sino también la percibe de manera diferente. Lo que una persona ve como una verdad es, para otros, una descripción subjetiva de una situación que experimentan de forma completamente diferente. En otras palabras, la verdad es siempre subjetiva. No existe la verdad objetiva. Definir a la verdad como el opuesto a la falsedad es también solo parte de la verdad. Aparte de los resultados probables de las verdades científicas, la verdad personal está más o menos en un estado de cambio constante. Es relativa.
La verdad y nada más que la verdad
Existen muchos ejemplos. Quien diga que el sol está ardiendo desde el cielo en un día caluroso de verano ha dicho la verdad, al menos desde un punto de vista relativo. ¿Pero dónde comienza el concepto “caluroso”? Cualquiera que insita que la nieve es blanca no ha visto nunca la nieve negra en regiones donde se extrae el carbón.
Poncio Pilato, el juez supremo de los romanos en la antigua Jerusalén, hizo la muy conocida pregunta: “¿Qué es la verdad?” Pilato miró a la cara al Jesús acusado, que estaba parado frente a él, y dijo: “¿Luego, eres tú rey? Jesús respondió: ‘Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz’. Le dijo Pilato: ‘¿Qué es la verdad?’. Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: ‘Yo no hallo en él ningún delito’” (Juan 18: 37–38).
La verdad per se
Entonces, ¿qué es la verdad? Pilato por lo menos quería dejar ir a Jesús, pero el pueblo demandaba otra cosa. Podemos leer: “‘Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?’ Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: ‘¡No a éste, sino a Barrabás!’ Y Barrabás era ladrón” (versículos 39 y 40). Parece que era algo arreglado. Hasta el día de hoy, tales cosas no han sido eliminadas. Suceden todo el tiempo: los que proclaman la verdad, los que luchan por la libertad y los humanitarios nunca son populares. Se los hace sufrir porque no a todos les gusta la verdad. Son asesinados para cortar un problema de raíz.
El derecho a la verdad
Cada año, el 24 de marzo, el mundo celebra el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con las grandes violaciones a los derechos humanos y por la dignidad de las víctimas. Es cierto, es un título un poco engorroso, pero la causa subyacente es buena. Este día anual rinde homenaje a la memoria del Arzobispo Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, asesinado en San Salvador (El Salvador) el 24 de marzo de 1980. Pero el día también conmemora a otros. Se rinde homenaje a las víctimas de violaciones a los derechos humanos, a personas que dedicaron su vida a la lucha y protección de los derechos humanos para poblaciones vulnerables y a las personas que se expusieron a daños mayores en su lucha por el derecho a la verdad y a la justicia. Gracias a Dios, existen personas así: quienes buscan la verdad y luego se enfrentan a los comerciantes de mentiras. Y aunque solo expresen una verdad parcial, es decir, su mirada personal de las cosas, es bueno escuchar su verdad. No es la verdad en sí misma la que hace malas a las personas, sino su distorsión y encubrimiento.
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