“La esperanza es lo último que se pierde”, aun en situaciones en la que el hombre siente que “el agua le llega hasta el cuello”. Fue en uno de esos momentos cuando a Jacob, uno de los tres patriarcas de la antigüedad judía, se le apareció una gran escalera que tocaba el cielo. Sobre imágenes que pueden hablar.
Un tema complicado puede entenderse mejor cuando es explicado con la ayuda de imágenes. Lo experimentan nuestros niños en la adquisición del lenguaje. También en la edad adulta suelen seguir utilizándose. Los adultos las llaman metáforas, o sea, visualizaciones del lenguaje. Algunos ejemplos son “la esperanza es lo último que se pierde” o “el agua hasta el cuello”. Detrás de estos juegos de palabras se esconden a menudo largas historias de derrotas personales, de penas o de preocupaciones existenciales. Efectivamente, “mucho ruido y pocas nueces” puede doler. “Hacer que se encienda una luz” para el destinatario puede ser importante para él.
De vuelta a la escalera al cielo. También se la llama “la escalera de Jacob” porque le dio a Jacob nuevo valor, nueva fuerza, nueva esperanza durante una fase difícil de su vida. Su historia es triste, pero luego tiene un final feliz. Dos hermanos están enfrentados, Jacob huye, se mete en problemas y se da cuenta de la inutilidad de su existencia. Se acuesta en el suelo y se duerme. De repente, ve una escalera -a menudo traducida como escala, peldaño o rampa– que va de la tierra hasta el cielo. En su extremo está Dios, el Señor, en los escalones suben y descienden los ángeles. Todos entienden esta imagen: cuando el cielo se conecta con la tierra, solo puede significar algo bueno. Los ángeles, como mensajeros de Dios, traen buenas noticias, que son: “¡Levántate, tienes un lugar en mi plan, no has sido olvidado, todavía tengo grandes cosas planeadas para ti!”.
Esto le da a Jacob una nueva energía, puede volver a respirar, la vida continúa. Hasta aquí la historia. Pero, ¿qué tiene de interesante la escalera al cielo?
La escalera de Jesús
En el Evangelio según Juan 1:51, la imagen de la escalera de Jacob es equiparada con Jesucristo: “Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. Cristo se convierte en la escalera de la salvación, subiendo un escalón cada vez, hasta la cruz, y solo por ello el cristiano creyente tiene una salida al cielo. Él, Jesucristo, es el vínculo entre el mundo y su Creador.
En el Evangelio de Marcos dice al principio: “Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas” (cita de Isaías 40:3). Significa hacer una conexión directa con el cielo. El conocido himno cristiano “Más cerca, oh Dios, de ti” también habla del sueño de Jacob y de la nueva energía que surge de él.
El motivo de la escalera de Jacob se encuentra a menudo en la literatura cristiana, ¡y con razón! Es una imagen que da valor y esperanza, una visión que habla de una salida. Y en eso consiste precisamente el pensamiento cristiano, en que, a pesar de todas las dificultades, el acceso al reino de los cielos está abierto. Dios ayuda a los que lo invocan. Así que los ingredientes son correctos: una persona sufre, ya no ve un lugar adecuado para sí misma en la vida y necesita ayuda urgentemente. Con sus fuerzas agotadas, sueña con una salida y recibe nuevas fuerzas. Traducido a términos cristianos, la receta es: Dios se interesa por las personas, les envía ángeles, les dice a través de ellos lo que pretende hacer con ellas y les da así una orientación clara en la vida.
Jacob llamó al lugar en el desierto “Bet-el”, Casa de Dios: “La oscuridad pasó, ya brilla el sol, vuelvo con humildad a ti, Señor”, cantamos: “En alegría y paz fielmente seguiré: Más cerca, oh Dios de ti, más cerca sí”.
Foto: alexus – stock.adobe.com