“El camino con Jesús” es el título de los Servicios Divinos dominicales de febrero. Primero está el llamado de Dios para emprender el camino. Y luego vienen una y otra vez las decisiones sobre la dirección a seguir. Aquí una visión general.
A quién y cuándo elige Dios, sigue siendo uno de sus misterios. Lo que no es un misterio es que todos gozan de absoluta libertad para responder a este llamado con un sí o un no.
Elegidos por gracia, ¿y ahora?
Lo que está claro sobre la elección es que cuando el Apocalipsis habla de los 144.000, este número no debe tomarse literalmente. Se refiere al número completo de las tribus de Israel, doce veces doce mil. Así, este número representa simbólicamente todos los pueblos completos: por un lado, una gran multitud; por el otro, un número limitado.
¿Y a quién hace referencia este grupo? Según la concepción nuevoapostólica, incluye a las personas que han recibido el don del Espíritu Santo. Sin embargo, no se trata de un automatismo, sino de una invitación que requiere una respuesta decidida. Quiénes constituyen a la futura comunidad nupcial o a las futuras primicias es el tema del primer Servicio Divino dominical.
Encuentro, entusiasmo, en movimiento
Adónde lleva un encuentro con Jesús se mostrará una semana después. La base para ello es el hecho bíblico de la mujer samaritana en el pozo de Jacob: Jesús pide agua a la forastera y entabla con ella una conversación, por lo que la mujer se sorprende, porque normalmente los judíos evitaban cualquier contacto con los samaritanos.
Jesús se revela como el Mesías. La mujer corre al pueblo y cuenta con entusiasmo su encuentro con Jesús. Los aldeanos notan un cambio en ella. Y es precisamente esto lo que pone en movimiento a algunos de sus semejantes para dirigirse a Jesús. Un ejemplo de cómo también hoy puede transmitirse el entusiasmo por un encuentro con Cristo.
Seguimiento en toda su coherencia
El tercer domingo se basa en el llamado de Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, … tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Mucha gente se acercó a Jesús y solo vio en Él a alguien que le solucionaría todos los problemas. Solo unos pocos reconocieron en Él al Hijo de Dios, lo siguieron y cambiaron su vida.
“Tomar la cruz” significa: seguir el llamado de Dios, sin importar la situación que uno esté atravesando. Las palabras “cada día” aluden a que siempre se pide un “sí” coherente.
Conforme a la voluntad ilimitada de Dios
La prédica del cuarto domingo ilumina la cuestión de a quién va dirigido el llamado de Dios y hasta dónde llega. Según la concepción nuevoapostólica, la voluntad de Dios es que todos los seres humanos tengan acceso a la salvación, independientemente de su vida y su carácter social. Y esto no se detiene en la frontera entre la vida y la muerte. También en el más allá, Dios quiere sacar a las almas de la lejanía de Dios.
Esta voluntad divina debería provocar una reacción en los cristianos: la de orar por la salvación de todos los seres humanos. Sin limitaciones. Sin selección. Sin sus propios dictados. Y contribuir con su propio comportamiento a que todos los seres humanos puedan experimentar el mismo amor divino.
“¿Cuál es nuestra reacción a la voluntad de Dios?” y “¿qué importancia tiene para nosotros la salvación de todos los seres humanos?”. Estas son las preguntas que este Servicio Divino hace a los oyentes.
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