Vencer con Cristo: ¿Qué chances vemos? ¿Quién es nuestro aliado? ¿Y qué hacemos si algo va mal? Brinda respuestas el Apóstol de Distrito Enrique Eduardo Minio (Argentina).
Como hijos de Dios hemos sido llamados a vencer la muerte y alcanzar comunión eterna con nuestro Padre. Es un desafío que tiene un galardón: «El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo» (Apocalipsis 21:7).
Abrir puertas requiere un esfuerzo
El Apóstol Mayor Leber en una oportunidad nos explicó que una victoria es como una puerta: a veces hay que hacer esfuerzos para abrirla. Si vencemos en la fe, es decir si atravesamos el umbral de esta puerta, experimentaremos a Dios en toda su plenitud. ¡Su bendición no hará ricos!
Naturalmente no se cumplirán todos nuestros proyectos tal cual los hemos imaginado. Dios nos quiere bendecir en la alegría y en la circunstancia. Nuestro Padre celestial no nos deja solos en esta lucha por la vida eterna. Él está con nosotros cada día. Sólo debemos buscarlo. Para vivir la bendición de Dios no necesitamos esperar a mañana, está disponible ya hoy. La bendición de Dios implica poder divino. Es la promesa de Dios de que Él concederá asistencia y acompañamiento. ¿Cuándo? Siempre que nos encontremos en el camino en el que Él pueda bendecirnos.
Vara para medir la voluntad de vencer
¿Estamos listos para vencer? Es una pregunta que debemos respondernos nosotros mismos. ¿Estamos dispuestos a hacer los esfuerzos necesarios para abrir la puerta de la victoria? Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces estaremos dispuestos a luchar cada día hasta que el Señor venga.
Debemos preguntarnos:
¿Cómo enfrentamos cada día? ¿Es cada circunstancia una oportunidad para vencer? ¿O significa para nosotros sentirnos agobiados y vencidos? ¡Cada circunstancia en nuestra vida debería ser una nueva oportunidad para vencer!
¿A quién buscamos como aliado en la batalla? En la batalla de la fe no debería haber planes alternativos. Nuestro camino es el camino del Evangelio. Creemos en Jesucristo y confiamos en Dios. «Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová» (Jeremías 17:7). ¡Tengamos a Dios como nuestro único aliado!
Cuando nos desviamos del camino de la bendición de Dios y no hacemos su voluntad, ¿cuál es nuestra actitud? Aprender de nuestros propios errores ayuda a luchar contra ellos y a ser vencedores con Cristo. Para ello debemos presentarnos como necesitados ante el altar. Busquemos con humildad y arrepentimiento el perdón de nuestros pecados y culpas, y la comunión con Jesucristo. Estaremos preparados para vencer pues todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (cf. Filipenses 4:13). La Santa Cena nos garantiza la comunión de vida con el Hijo de Dios. A través de su cuerpo y su sangre, Jesucristo comparte con nosotros su naturaleza, que se destaca por la perfección de su poder para vencer, de esta manera podemos vivir y vencer con Jesucristo. ¡Reconozcamos nuestros errores y reconciliémonos con Dios y con el prójimo, entonces alcanzaremos la paz en nuestra vida!
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