En la serie «En foco» escriben todos los Apóstoles de Distrito de las 19 áreas sobre el lema del año 2015. Esta vez escribe el Apóstol de Distrito Shadreck M. Lubasi sobre el lema «Alegría en Cristo» y dirige el foco a servir en el Señor».
La alegría de servir a Cristo incluye un sentimiento de gran placer, felicidad y satisfacción que es generado en el corazón como resultado de prestar un servicio a Cristo en la verdad y con las mejores habilidades que uno tiene. La alegría es una emoción; es profunda y continúa mientras uno renueva el amor y la confianza en Dios. Es más que sólo una sonrisa o una risa o un elogio general de la gente.
Aún recuerdo los días cuando vine por primera vez a África del Este. En aquellos días yo era un buen cantor (en mi propia opinión) pero no sabía leer música ni tenía la destreza para dirigir un coro. Impulsado por el hambre y la convicción de hacer más por el Señor, me dediqué al desafío de enseñar al coro. Inicialmente lo logré pero solamente para enseñar la melodía. Después tuve problemas técnicos como no podía enseñar las demás voces. Busqué ayuda en algunos de mis amigos de Zambia quienes me grabaron las demás voces en casetes. Los casetes nos sirvieron de gran ayuda.
Primero de todo tenía que practicar las cuatro voces en casa y luego durante los ensayos de coro haría que los miembros del coro escuchen las partes de su voz individual en la cinta y les ayudaría a aprender sus voces. Luego vendría como director del coro y trataría de unir todas las partes.
Esto era para mí un gran desafío porque después de ayudar o enseñar algunas voces, dígase soprano y bajo, me encontraba perdido y me había olvidado de las otras voces. Afortunadamente los miembros del coro eran muy responsables y cooperativos.
En este punto nos podíamos perder completamente, pero lo podíamos revertir escuchando las cintas de nuevo. Lo hacíamos todos los sábados y domingos después del Servicio Divino. Había alegría cuando aparecía un desarrollo genuino que se veía en los hijos de Dios. Recuerdo un día cuando estaba llevando en el auto al entonces Apóstol Mayor Richard Fehr durante su visita a Kenia, escuché que él decía al entonces Ayudante Apóstol de Distrito Vovak que “cada vez que vengo aquí, me doy cuenta de que el coro ha mejorado”. Aunque fingía no haberlo escuchado, esto me alentó mucho. Hoy, cuando miro retrospectivamente, sólo puedo decir que era la alegría de servir a Cristo y el Espíritu de Dios lo que nos mantenía juntos. No obstante, algunas deficiencias y desafíos que los miembros detectaron en el programa persistieron hasta que fueron provistos maestros de música competentes de la República Democrática del Congo y de Zambia.
La alegría se vuelve aún mayor cuando uno ahora ve que los miembros indígenas locales han adquirido las debidas habilidades y emprenden el desafío con celo y alegría para enseñar y servir a Cristo.
Servir al Señor con alegría trae mucha plenitud en nuestra vida cristiana. Por eso, uno debería esforzarse por aprender más y servir con verdad y celo a pesar de las limitaciones de los recursos del momento. La alegría de servir a Cristo también se desarrolla a partir de las experiencias de fe y de las revelaciones del Espíritu Santo provenientes de la palabra de Dios. La alegría en el servir es una indicación de que la fe está en crecimiento. Hay alegría en el corazón cuando uno llega al punto de estar completamente persuadido de que es el todopoderoso Dios el que está a cargo a pesar de los aparentes obstáculos. Uno se vuelve completamente convencido de que Dios lo conoce y está involucrado en guiar el curso de los eventos en la vida de cada uno de nosotros.
Uno puede incrementar en el corazón la alegría de servir cuando uno participa activamente cantando cantos de alabanza y agradecimiento. Yo siempre me siento feliz cuando el entorno musical se aprovecha para cantar cantos de alabanza y agradecimiento, orar juntos y compartir experiencias de fe con hermanos y hermanas.
Desafortunadamente no siempre sucede que nos encontramos en una atmósfera que promueve la alegría en nuestro corazón. Tristeza y a veces gran sufrimiento, pena y dolor ocurren por fingir, por incredulidad y falta de cuidado. Ocasionalmente uno tiene que luchar contra conflictos, enfermedad, muerte de seres queridos o injusticias. Cuando esto sucede, uno debe retornar a lo básico de recordar que estamos en un viaje de peregrinos y que Dios llevará a su obra a la terminación: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Deuteronomio 5:6). “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
Medita sobre las promesas de Dios y su plan de salvación cada día, quédate en la comunión de los hermanos y hermanas, y destina más tiempo para las oraciones privadas y sinceras. Cuando esto se hace con humildad de corazón, la alegría interior del alma permanece aunque por afuera se esté sufriendo. Es posible que a veces podamos contribuir a la falta de alegría sirviendo basados en actitudes propias. Por eso, siempre es necesario volver a examinar la realidad del amor genuino por la Obra de Dios y por nuestro prójimo. Cuando no podemos cargar con las imperfecciones de nuestro prójimo, nuestra alegría por servir sufre.
Cuando la alegría de servir a Cristo es nuestra motivación, podemos responder sin tanto esfuerzo a las necesidades de su Iglesia y del prójimo. La culminación de la alegría en este servicio será cuando Cristo venga en su gloria para sentarse en su trono, y su recompensa con Él. Él guardará su promesa y nosotros debemos quedar fieles hasta el fin. Las palabras de aliento de nuestro Señor Jesús se aplican apropiadamente: “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico) … No temas” (Apocalipsis 2:9-10).
Por eso la alegría se multiplica cuando experimentamos lo que el Señor ha hecho por nosotros: “Hay un lugar querido por mí” (himnario INA 128).