Fieles a Cristo, este perseverancia tiene su buena base. En efecto, hay una única roca sobre la que cada creyente, pero también la Iglesia puede edificar. Sobre esto escribe el Apóstol de Distrito Leonard R. Kolb (EE.UU.).
En enero, mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de echar un vistazo a una iglesia edificada sobre una montaña en Arizona. Mientras observaba de qué manera tan impresionante ese edificio tenía su fundamento en esa montaña, recordé el hecho de que Jesucristo es nuestra roca.
En Hechos 4:11-12 dice el Apóstol Pedro: «Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos».
Obramos sabiamente si basamos nuestra vida firmemente en Cristo, nuestra roca, pues Él es perpetuo y resistente. Su vida, su doctrina, su sacrificio, su resurrección y su ascensión ofrecen un fundamento inquebrantable.
Creemos que Jesucristo no solamente está activo en nuestra vida, sino también en su comunidad –en la Iglesia de Jesucristo–. Aquellos que están bautizados en el nombre del trino Dios, que creen en Jesucristo y se confiesan a Él, lo experimentan en su Iglesia. Él es nuestra roca.
Incluso en tiempos de preocupación, desilusión y estrés vivimos con la certeza de que Él está con nosotros y que estamos seguros. Nos acordamos de que Jesús exhortó a sus discípulos cuando estaban juntos en la barca atravesando el lago de Genezaret: «¿Por qué teméis, hombres de poca fe?» (Mateo 8:26). ¡Se habían olvidado de que Jesús también estaba en la barca!
Y siguiendo, si creemos que Cristo está activo aquí, también creeremos que sólo Él perfeccionará a su Iglesia. «Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).
Esto significa:
- Él nos ha llamado para realizar una determinada tarea en su Iglesia y nosotros creemos que Él nos ha equipado para esa finalidad. Por eso, también nos ayudará a cumplir esa tarea.
- Creemos en su omnipotencia y que cumplirá su propósito pese a todas las circunstancias internas y externas.
Ser fieles a Cristo significa, entre otras cosas, que perseveramos sin vacilar, igual que nuestros hermanos y hermanas en la primera Iglesia. Somos conscientes de que Jesús no mide el éxito en cantidades, como a veces lo hacemos nosotros. En su lugar, concentrémonos en nuestro proceso de transformación personal, y ayudemos también a otros en nuestro entorno en sus esfuerzos para cambiar.
Perseveremos en nuestra fidelidad a Cristo, firmemente decididos a seguir sirviéndolo a pesar de nuestros tropiezos. Por verdadero amor a Cristo prosigamos con la tarea a la que Él nos ha llamado.