En términos humanos, la libertad ilimitada es inalcanzable. Solo a través de Jesucristo existe una libertad sin límites. Pensamientos del Apóstol de Distrito Rüdiger Krause (Alemana del Norte y del Este) sobre el lema del año 2020.
Nuestro Apóstol Mayor presentó para este año el lema «¡Cristo nos hace libres!». La libertad es un bien elevado. La constitución y las leyes se establecen para reconocer las libertades del hombre, pero, por otro lado, también para restringirlas. Sobre la tierra no existe una libertad absoluta y perfecta. En definitiva, únicamente la podemos recibir de Dios. Lo explicó el Apóstol Mayor en sus enunciados para el Servicio Divino de Año Nuevo, que la libertad es un don gratuito de Dios, que nadie se puede merecer.
En nombre de la libertad ya se emprendieron muchas cosas. Muchos conflictos bélicos, supuestamente, se desarrollaron en interés de la libertad. Por cierto que todos sabemos qué pensar al respecto. Hace poco leí sobre la ciudad de Bagamoyo en Tanzania, uno de los sitios más antiguos de ese país y una ciudad portuaria. A fines del siglo XVIII y a comienzos del XIX, el puerto de Bagamoyo fue utilizado para embarcar esclavos. De allí proviene su nombre, que traducido significa «Entrega tu corazón» o «Deja caer tu ánimo». Era una señal clara para los esclavos de que nunca más volverían a ver a su patria. Les quedaba claro de antemano que tenían que aceptar la esclavitud y ya no podían escapar de ella. Hoy casi no nos podemos imaginar los terribles sufrimientos por los que pasaron esas personas. Al llegar a ese lugar, los esclavos sabían que tenían que dejar de lado todo ánimo y toda esperanza. No tenían futuro.
Esta es ciertamente una imagen de antaño. Pero hoy todavía podemos ser parte de la esclavitud y la dependencia del pecado. Qué hermoso es que el sacrificio de Jesús nos hace libres y que tenemos por delante ese maravilloso y gran futuro, que una vez alcanzaremos la libertad ante Dios y con Dios habiendo sido destinados para ello. Nuestro Apóstol Mayor dice al respecto: «Quedando fieles a Cristo, somos dueños de nuestro futuro. Nuestro destino es estar eternamente con Cristo en la libertad gloriosa de los hijos de Dios».
Foto: Jennifer Jendral