En foco 10/2021: Hacer las valijas para el futuro
¿Confianza o duda, perdón o malos recuerdos, amor al prójimo o prejuicios? Cuando se hace la valija para el futuro con Dios, solo va en ella lo que es realmente importante. El Apóstol de Distrito Michael Deppner (República Democrática del Congo Oeste), que trabajó como médico para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), explica qué es lo importante.
Durante una misión de la ONU (Naciones Unidas) en el frente, nos pidieron que preparásemos una mochila de escape. No debía pesar más de 6,8 kg para poder correr rápido en caso de emergencia. Esto nos habría permitido salir en un vuelo de evacuación, cuya prioridad, claramente, son las personas, no el equipaje.
Así que empacamos nuestras identificaciones y otros papeles. Incluimos también fotos y cartas que significaban mucho para nosotros o joyas que habíamos traído a esa conflictiva región. De todos modos, no teníamos mucho con nosotros. Hasta el día de hoy me arrepiento de haber dejado atrás un libro que me regalaron para mi cumpleaños unos días antes de la evacuación: una primera edición de “Exploración en África” de Henry Morton Stanley. Por supuesto, también empacamos las cosas que necesitaríamos para el camino –cepillo de dientes, agua, algo de comida– ya que nunca sabíamos cuánto tiempo estaríamos de viaje ni dónde.
Así que cuando la situación se ponía tensa, nos reuníamos junto a nuestras mochilas y esperábamos. Para pasar el tiempo y hacer la tensión un poco más soportable, revolvíamos las mochilas de los demás. Había fotos, recuerdos y cosas que uno pensaba que eran importantes; en retrospectiva, era casi vergonzoso lo que habían llevado. Algunos habían preparado la mochila con cuidado, otros se limitaron a poner en ella algunas cosas en el último momento. A veces era francamente divertido, pero en algunos casos era preocupante lo descuidados que habían sido, habiendo olvidado las cosas más importantes. Si no fuera por los demás, habrían tenido problemas en el camino.
Ahora, en tiempos más tranquilos, sigo viajando mucho. Me disgusta hacer la valija, pero cuando llega el momento de volver a casa, nada me gusta más que hacerla. Cuando viajo, regalo muchas cosas que ya no necesito. Al igual que con la mochila de escape, solo me llevo lo más importante y esencial, muy poco.
Como hijos de Dios, no estamos huyendo, sino que vamos al encuentro del que nos ama, Cristo. Estamos en camino a la comunión eterna con nuestro Padre celestial.
¿Qué necesitamos para este viaje? ¿Qué es lo que solo constituye un peso que arrastramos y nos frena? ¿Qué tenemos que es valioso?
Lo valioso es
- nuestra identidad: nuestra vocación y elección;
- el fundamento de nuestra fe: los Diez Mandamientos, los artículos de la fe, la ley del amor;
- nuestra visión y misión;
- las lecciones provechosas que aprendimos a través del Espíritu Santo.
Y algunas veces tenemos que tomar una decisión y nos miramos a nosotros mismos con honestidad. ¿Qué pasa con
- nuestra confianza en nuestro Padre celestial y en el plan que tiene para nosotros? ¿O tenemos dudas?
- el perdón? ¿O tenemos muchos malos recuerdos?
- el amor al prójimo? ¿O hay prejuicios, orgullo, amargura y resentimiento?
Suena casi trillado decir que llevamos un lastre a cuestas, pero es exactamente por donde queremos empezar y liberarnos de él. A veces uno puede hacerlo solo, otras veces necesita la ayuda de hermanos y hermanas, y otras veces incluso necesita la asistencia de un profesional cuando se trata de cargas emocionales o de abusos y adicciones, por ejemplo.
Nuestro Padre celestial está siempre a nuestro lado y dispuesto a ayudarnos. No hay necesidad de avergonzarse si dejamos que Él eche un vistazo a nuestra situación y vea lo que estamos arrastrando y entonces pedirle que nos ayude a avanzar más rápido y mejor.
Hebreos 12:1 lo deja claro: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia”.
Foto: ENA France