La comunidad como “un corazón y un alma”, sin prestar demasiada atención a las diferencias y los límites. Esto sigue siendo un objetivo desafiante. Así lo describe el Apóstol de Distrito Rainer Storck (Alemania del Oeste), que con su administración atiende a más de 40 países.
Con respecto al lema anual para 2022, “Juntos en Cristo”, nuestro Apóstol Mayor dijo, entre otras cosas, que esto también significa mirar más allá de nuestra propia generación, de nuestra comunidad o de nuestro país. Significa también aceptar dar a los demás y recibir de ellos.
Poner en práctica estos pensamientos es a veces un gran reto. En una comunidad hay hermanos y hermanas que pertenecen a diferentes generaciones. Están los adultos mayores, los padres con sus hijos, los jóvenes y los niños de la escuela dominical o la preescuela dominical, por nombrar solo algunos. Por su propia naturaleza, estos grupos etarios tienen ideas diferentes sobre lo que la “Iglesia” debe hacer por ellos y cómo debe hacerlo. Tener en cuenta todo esto a veces es una disyuntiva insuperable.
A menudo, cuando hablamos de nuestra comunidad, nos estamos refiriendo a nuestra comunidad de origen, y solo queremos lo mejor para ella. Sin embargo, si uno solo se fija en su propia comunidad y posiblemente olvida las necesidades de una comunidad vecina que no está tan bien posicionada, eso no sería bueno. Entonces hay que dar, ayudar y apoyar.
A nuestra área de Apóstol de Distrito le están asignados cuarenta y cinco países de todo el mundo. En algunos de ellos todavía tenemos condiciones bastante confortables y se puede proveer todo para abastecer a las comunidades. En otros países, algunos de ellos muy pobres, suelen faltar las necesidades más básicas. Esto se aplica a la vida material, pero también a estar juntos en la comunidad. Experimentar los Servicios Divinos en una iglesia propia es un gran deseo, pero difícilmente realizable con recursos propios. Las personas se reúnen, si es que lo hacen, en dependencias alquiladas o al aire libre. También en este caso es importante mirar más allá de nuestro país y ayudar a nuestros hermanos y hermanas de otros lugares.
Podemos encontrar una indicación de cómo podemos hacer una valiosa contribución a la comunión en Cristo, en los Hechos de los Apóstoles cuando habla sobre la primera comunidad cristiana de Jerusalén. Dice en el capítulo 4:32: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”. Esto se corresponde con otra afirmación de nuestro Apóstol Mayor sobre el lema “Juntos en Cristo”: Quien vive en Cristo, está atento a las necesidades del prójimo y responde a ellas. Comparte la alegría y el sufrimiento de los demás.
¡Esforcémonos por ponerlo en práctica!
Foto: Frank Schuldt