
El programa de Dios para hacer el bien: hay actualizaciones en el Servicio Divino y solo se ejecuta si tú lo deseas. Reflexiones sobre el lema del año del Ayudante Apóstol de Distrito Elie Tatien Mukinda (RD Congo Oeste)
No se puede imaginar el mundo moderno sin programación y sincronización. Muchas actividades cotidianas dependen de la programación, desde las más simples hasta las más complejas: un simple reloj o los semáforos, por ejemplo. La biología también muestra cómo la vida misma comienza y se desarrolla según un programa inscrito en lo infinitamente pequeño. Las fallas en la ejecución de este programa pueden ser la causa de inconvenientes o incluso accidentes muy graves. Muchos investigadores y científicos trabajan cada día en la comprensión de los programas tecnológicos y biológicos, su optimización y posibilidades de actualización para conseguir programas más sólidos y fiables.
En la dimensión espiritual, nos inclinamos a creer que nosotros, como hijos de Dios, estamos programados. Pablo dice a los efesios: “…creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Este es nuestro programa: HACER EL BIEN, PRACTICAR BUENAS OBRAS. Estamos programados así por naturaleza. Corremos y no nos cansamos, caminamos y no nos fatigamos, como las águilas levantamos alas (Isaías 40:31). De hecho, no son nuestras obras las que nos cansan y fatigan. Son obras preparadas desde hace mucho tiempo por Dios. Solo se trata de verlas, reconocerlas y ponerlas en práctica. Por lo tanto, para hacer el bien, no estamos sujetos a ningún calendario, condición o reconocimiento. Estamos programados para hacer el bien y las buenas obras. Es nuestra naturaleza. Es la naturaleza de nuestro Padre celestial. En su programación, Él hace salir su sol sobre los buenos y los malos. El Señor se lo explicó al intérprete de la ley señalándole el mandamiento más importante, el de amar a Dios y al prójimo.
Este programa fue instalado durante nuestro Santo Sellamiento. Funciona a la perfección, pero necesita actualizaciones. Estas actualizaciones se realizan en cada Servicio Divino. Ocurren cuando recibimos la palabra con un corazón creyente. También tienen lugar cuando aceptamos el perdón con un corazón arrepentido. Por último, ocurren durante la Santa Cena, cuando la celebramos dignamente. Este programa produce una luz que los hombres, tanto los buenos como los malos, pueden ver y que los lleva a glorificar a Dios (Mateo 5:16). La gloria le corresponde a Él porque, en realidad, son sus obras. Él solo nos ha programado para practicarlas y nosotros no somos más que herramientas para llevar a cabo su programa. Sin embargo, la ejecución de este programa no es automática. Él nos pregunta si queremos ejecutarlo y si queremos las actualizaciones. Todo depende de nosotros. Dios, el diseñador del programa, nos da libertad. ¡Que Dios nos abra los ojos para que veamos estas obras, que Él nos ayude a reconocer estas buenas obras que esperan a quienes las harán, y que Él nos dé aún más fuerza para practicar estas buenas obras para su gloria!