Cumplir las promesas que se hacen, a veces puede resultar difícil. Esto compete lo que se promete públicamente como también lo prometido en silencio. «¡Me quiero esforzar en cumplir mis promesas!», dice el Apóstol de Dstrito Rainer Storck (Alemania del Oeste).
En los Pensamientos Guías para el Servicio Divino de Año Nuevo, el Apóstol Mayor explica que «ser fieles a Cristo» signfica entre otras cosas, que cumplamos nuestras promesas.
Pensando en esto se me ocurre de inmediato el voto de la Confirmación, que dije hace más de 40 años. Después de tanto tiempo todavía tiene validez y me tengo que dejar medir en cuanto a si hoy todavía cumplo lo que prometí en aquel entonces. Reconozco en mí una necesidad constante de querer mejorar.
En el curso de mi vida volví a estar parado o arrodillado delante del altar una y otra vez para recibir un ministerio o bien un encargo. Para cada ordenación o encargo siempre di un «sí» incondicional. Pero con el paso del tiempo tuve que reconocer que esto no siempre es tan fácil. Ocasionalmente hay que luchar para cumplir sus promesas y trabajar para servir al Señor y al prójimo.
Mas para mí también es importante cumplir las promesas que hice solamente ante el amado Dios, en silencio. Por ejemplo, estando en una situación difícil para mí, en la que ya no sabía qué hacer. Me arrodillaba varias veces por día y ponía en los oídos del amado Dios, que me ayudara y fuese clemente conmigo. Entonces también le prometía que me esforzaría para ofrecer una ofrenda especial o prestar un servicio adicional. Muchas veces pude experimentar que el amado Dios ayudaba a salir de tales situaciones y que me iba mejor o bien le iba mejor a mi prójimo, por el cual había orado. Pero ahora había que poner en práctica y cumplir lo prometido. Entonces era grande el peligro de olvidar después de un tiempo lo prometido y volver a la vida de todos los días. ¡Eso no puede ser!
En último término, también hay que cumplir las promesas que se hicieron al prójimo. Pienso, por ejemplo, en la promesa de matrimonio. El día de mi casamiento prometí ante Dios y la comunidad de mi esposa hacer todo para que le vaya bien y esté feliz. Me tengo que preguntar una y otra vez si esto hoy sigue siendo así después de algunos años. La pretensión es cumplir también esta promesa.
Por esta razón, el lema del año de nuestro Apóstol Mayor «Fieles a Cristo» fue justo para mí. Tengo mucho para hacer y me quiero esforzar en cumplir mis promesas.
Foto: Marcel Felde