En foco 11/2021: De la certeza en la fe, de la elección y de soportar las cargas
No sabemos qué nos depara el futuro. Pero sí sabemos una cosa: que Cristo es nuestro futuro. El Apóstol de Distrito Wolfgang Nadolny (Berlín-Brandeburgo/Alemania) nos habla de las tareas que esto conlleva.
La fe genuina en el Dios trino surte efecto en dos niveles: nos ayuda en el presente y apunta al futuro. Quien cree en Dios tiene futuro. Por eso, nuestro Apóstol Mayor nos ha dado el lema para el año 2021: Cristo, nuestro futuro.
Aunque ya han pasado varios meses del año 2021, aún no sabemos lo que viviremos en los días, semanas y meses venideros. Para nosotros, el futuro permanece oscuro. Esto, por cierto, puede causar incertidumbre y preocupación. Pero qué bueno es que brille para nosotros la luz divina, también en el futuro. Tenemos un Dios todopoderoso y trino:
- el Padre que ama,
- el Salvador que redime y
- el Espíritu Santo que consuela.
La fe en Dios sin mirar al futuro no sería genuina ni verdaderamente cristiana.
La certeza en la fe de que Cristo es nuestro futuro nos acompañará durante lo que queda de 2021 y más allá. Esperamos el retorno de Jesucristo, sabiendo que tenemos mucho que hacer antes. Nuestra espera del Señor está llena de una intensa preparación de nuestra alma para ese momento.
Jesucristo nos ha elegido, nos ha llamado a su Iglesia y nos ha dado una tarea: junto con Él debemos anunciar el alegre mensaje de la vida eterna, hoy y aquí, pero también después en su reino de paz. Tenemos la oportunidad de aceptar o rechazar el llamado del Señor. Si aceptamos la elección y nos atenemos a ella, Cristo permanecerá con nosotros en el futuro, sin ningún tipo de peros.
Como Cristo es nuestro futuro, prestamos atención a sus palabras y nos esforzamos por cumplir sus mandamientos. En la epístola de los Gálatas, en el sexto capítulo, se puede leer la hermosa frase: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2). Quienes se aman utilizan de vez en cuando el dicho “¡Tus deseos son órdenes!”. Por amor a Jesucristo, es nuestro propósito estar eternamente con el Señor. Por eso, podemos decir: “Señor, tu deseo es para nosotros una orden para nuestras acciones”. En este sentido, el enunciado “la ley de Cristo” no tiene para nosotros una connotación negativa, sino que es nuestro deleite y nuestra alegría hacer de esta ley la guía de nuestras acciones.
Para Jesucristo, la pecaminosidad de los seres humanos no fue motivo para negarles su alegre mensaje. Por el contrario, tendió la mano a quienes, en la opinión humana, no lo merecían. Llevó la carga de nuestros pecados en el sentido más estricto de la palabra.
Sobrellevar la carga de los otros, o incluso soportarla alguna vez, no es tan fácil. La fuerza para hacerlo nos viene del amor: del amor a Cristo y al prójimo. Si nos tomamos en serio el lema del año, tendrá efectos muy concretos en nuestro “hoy” en la familia, en la comunidad y en la sociedad. Llenemos de vida el lema anual de nuestro Apóstol Mayor, pues así hacemos algo por nuestro futuro.
Foto: Jens Lange