Al que está firme, nada puede tumbarlo tan fácilmente. El Apóstol de Distrito Bernd Koberstein (Hesse/Renania-Palatinado/Sarre) muestra una capacidad básica para vencer con Cristo en la lucha de la fe.
Vencer con Cristo, ¡naturalmente que queremos vencer! ¿Pero cómo? Lo que primero tenemos claro, es que por nuestros propios medios no podemos ser vencedores. El único vencedor es Jesucristo, pero Él nos permite ser partícipes de su victoria. Sin embargo, también nosotros tenemos que efectuar nuestro aporte para poder participar de la victoria de Cristo. Y para eso nos concede todo lo necesario. La Sagrada Escritura nos brinda indicaciones y recursos de ayuda a raudales. Incluso hay un equipo completo: el equipamiento con las armas de Dios. Pero antes de que la epístola a los Efesios nos provea de la cabeza a los pies con casco y botas, nos enteramos de qué es más importante que cualquier espada y cualquier coraza: «Estad, pues, firmes» (de Efesios 6:14).
Sí, claro, ¿de qué sirve el mejor equipamiento si en un ataque no podemos permanecer firmes y nos vamos al suelo? Cómo entrenarse para mantenerse firme, lo podemos observar en los deportistas. Me llamaron la atención los siguientes elementos: estar parado con ambas piernas en el piso, estar bien posicionado, así como encontrar el centro de gravedad apropiado y mantener el equilibrio.
La base firme sobre la que edificamos, es Jesucristo. Apoyémonos sobre ella con ambas piernas, con el corazón y el entendimiento, con palabras y obras. Estar bien posicionado significa estar firmemente arraigado en la vida de fe y la vida de la comunidad. Como un árbol en la tierra: no sólo con unas pocas raíces grandes, sino también con muchas raíces pequeñas y muy pequeñas.
Y finalmente, ¿es apropiado el centro de gravedad en nuestra vida? ¿O perdemos pronto el equilibrio? El que se acerca a los extremos, en una u otra dirección, pronto pierde el balance. El posicionamiento firme no es un estado de reposo, sino un tema de estar activo: ¡tened el alma en movimiento, así como el deportista los músculos!
Cuando estamos firmemente parados, las desilusiones y las derrotas no pueden conmover nuestra fe. Entonces, como Elías en el monte Horeb, esperamos experimentar la cercanía de Dios. Y no nos dejamos dominar en luchas dolorosas, sino que decimos como Jacob: «No te dejaré, si no me bendices».
Estemos firmes en la confianza en Dios. Entonces también será válida para nosotros la promesa que recibió el pueblo de Israel: «No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros», dice en Éxodo 14:13-14. Pues: «Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos». Y esto subraya el hecho de que también para vencer con Cristo es válido: ¡El Señor es todo!
Foto: Jessica Krämer