En foco 2/2018: Las dos columnas de la fidelidad
La fidelidad de Cristo hacia nosotros es un fundamento firme sobre el que se yerguen nuestra fe y nuestro amor como dos columnas. Así lo describe el Apóstol de Distrito Bernd Koberstein (Alemania del Oeste) en su aporte sobre el lema del año:
«Fieles a Cristo» no sólo es un buen lema para el año 2018, sino una tarea de cada día. Para mí está claro: ¡Ser fieles a Cristo sólo es posible porque Cristo es fiel! Este es el fundamento para que yo sea fiel. Pues, si puedo reconocer cuán fiel es Cristo y lo que hizo por mí, se levanta en mí el deseo de serle fiel también a Él.
Él es el fundamento de mi fidelidad: «Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo» (1 Corintios 3:11). Él es mi doble piso: cuando todo amenaza con destruirse, cuando apartemente no hay más contención, cuando me siento abandonado por todos, cuando parece que no hay salida, allí está Él. ¡Expresión de que es fiel!
La columna de la fe
Sobre este fundamento de la fidelidad de Cristo podemos construir nuestras columnas; quiero mencionar dos: primero la columna de nuestra fe. Pasamos por fases en las que el Señor está muy presente. Experimentamos su ayuda, tenemos éxito y nos va bien, entonces reconocemos que Dios es fiel y lo alabamos por ello. Pero también tenemos fases en las que más bien dudamos de la presencia de Dios y nos preguntamos dónde está. Y mientras tanto incluso pensamos que nos podría haber olvidado.
Precisamente en esos momentos necesitamos esta columna de la fe. Nos transmite la certeza de que Dios nunca nos olvida. Me brinda contención al saber que Dios me ama y se ocupa de mí, aunque no entienda el trayecto del camino que estoy recorriendo momentáneamente. La fe confirma y reconoce constantemente la fidelidad del Señor, en forma independiente de cómo es justamente mi situación de vida.
La columna del amor
Una segunda columna sobre el fundamento de la fidelidad de Cristo es nuestro amor. El amor hace fácil ser fiel. El amor es una fuente de fuerzas para la fidelidad. Cuanto más puedo reconocer y situar el obrar de Cristo tanto mayor será mi necesidad de amarlo.
- Si puedo reconocer lo que Él hizo por mí –dejó el trono de Dios y entregó sobre la tierra su vida en sacrificio por mí–, simplemente tengo que amarlo.
- Si puedo reconocer lo que Él hace por mí cada día –me defiende delante de su Padre y me recibe con gracia y perdón–, simplemente tengo que amarlo.
- Y si puedo reconocer lo que Él hará por mí en el futuro –prometió que vendría otra vez para transfigurar a los que permanecieron fieles a Él–, simplemente tengo que amarlo.
Nuestro amor a Él es, al mismo tiempo, una gran ayuda en la espera del retorno de Cristo. Muchas veces esta espera se nos hace difícil. Entonces nos sucede como una vez le pasó a Jacob. Primero cortejó a Raquel durante siete años. Leemos al respecto: «Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba» (Génesis 29:20).
¡El amor hace corto el tiempo de espera del retorno del Señor y nos ayuda a permanecer fieles!
Foto: Jessica Krämer