En foco 3/2019: Administrando la bendición de Dios
Solo mantiene su riqueza el que la administra con cuidado. Esto vale para la riqueza material como también para la espiritual. Pensamientos del Apóstol de Distrito Enrique Eduardo Minio (Argentina) sobre la consigna del año.
«Rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita y disfruta de lo que tiene». La verdadera riqueza está asociada al «disfrutar». Sería hermoso que tomáramos un momento para reflexionar y midiéramos nuestras riquezas, utilizando como medida aquello que tenemos que no compramos con dinero y tampoco venderíamos, «porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (parte de Lucas 12:15). Nos daríamos cuenta de las muchas riquezas espirituales que Dios nos brinda: una de ellas es su bendición. La palabra de Proverbios 10:22 expresa: «La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella».
Primero debemos comprender qué es bendición: Es la dedicación de Dios hacia el hombre. La bendición es sinónimo del accionar salvífico y sanador de Dios a favor de la humanidad y la creación. Si el hombre toma los dones de Dios con fe y se deja guiar por Él, será partícipe de la bendición; es una dádiva de Dios que se renueva continuamente. El hecho de que tenga efectos duraderos depende no por último de la actitud y la trayectoria del que es bendecido. Si este actúa conforme a la complacencia de Dios, él mismo se convertirá en una bendición para otros (Catecismo INA 4.6).
La bendición de Dios está presente, cuando nos va bien y también cuando estamos en circunstancias.
Bendición es la asistencia constante de Dios en nuestro camino por la vida, pero, para que Dios pueda bendecirnos, debemos transitar en el camino de su voluntad.
Si la bendición no añade tristeza, entonces nos brindará gozo, alegría, felicidad.
¿Como hacer para lograr esto? Recuerdo que siendo un joven hermano oficiante un Pastor me dijo: «En tus proyectos de vida si vas a trabajar para obtener riquezas materiales es importante que ante todo le pidas a Dios te dé la sabiduría para administrarlas, pues sino lo que aparentemente es positivo se transformará en un problema en tu vida”. Administrar correctamente las posesiones materiales es fundamental para poder disfrutar lo que tenemos.
Esto también es válido para nuestras riquezas espirituales, porque la bendición llegará si nos esforzamos por obrar su palabra, que recibimos cada vez que nos llama a su casa y nos enseña como transitar ese camino. ¡Cuántas cosas debemos dejar a los pies del altar en cada Servicio Divino para tener libre nuestro corazón y que haya lugar en él para Cristo!
Si bajo la palabra aprendemos a administrar la bendición de Dios, disfrutaremos de nuestra vida como sus hijos, entonces alcanzaremos gozo y alegría en el Señor. Seremos ricos en Cristo y, además, podremos ser herramienta de bendición para otros (Génesis 12:2).
Foto: INA Argentina