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En foco (3): Hacer el bien hace feliz

10 03 2025

Autor: Andreas Rother

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¿Hacer el bien? Por supuesto que sí. Pero también requiere echar una mirada a nuestro alrededor y sentir compasión hacia las personas necesitadas. Así lo explica el Apóstol de Distrito Thomas Deubel (Suiza) en su contribución al lema anual 2025.

En primer lugar, una historia muy conocida: un día de verano, la mujer de un granjero en Estados Unidos recibió una llamada en su puerta. Un joven estaba parado ante ella y le pidió un vaso de agua. Estaba de paso, quería ir a la ciudad y tenía mucha sed. Pero no tenía dinero, le dijo a la mujer del granjero. Ella lo invitó a pasar y le dio un vaso de agua, un vaso de leche y un bocadillo. Comió con mucho apetito. Cuando terminó de comer, agradeció mucho a la mujer por su amabilidad y se despidió.

Varios años después, la mujer de este granjero cayó gravemente enferma. Ella y su marido no tenían dinero para una operación tan cara, pero la intervención ya no podía posponerse. La pareja no se dio cuenta de que el médico que los atendía era el joven de entonces, al que la mujer había dado de comer y beber. Pero el médico había reconocido a la mujer y conocía la situación económica de la pareja.

Al final de la factura

El día que le dieron el alta, el médico entró en su habitación. La pobre mujer se asustó mucho porque vio que traía la factura. Era pobre y simplemente no tenía dinero para pagarle al médico. Este se sentó a su lado y le explicó los gastos que se habían producido. 25.000 dólares era el importe total de la factura.

La mujer empezó a llorar y a sollozar: “Nunca podré pagar esto porque no tengo dinero”. El médico la calmó y le pidió que mirara la factura más de cerca. Y entonces leyó la frase al final de la factura: “Todo esto está pago con un vaso de agua, un vaso de leche y un bocadillo”.

La mujer del granjero había reconocido la necesidad del joven. A veces hace falta un poco de sensibilidad para reconocer si existe una necesidad real, cuál es la mejor forma de prestar ayuda o si se está aprovechando una situación. 

No poder de otra forma

El Obispo Jürgen Müller me acompañó en mi primer viaje a Bulgaria en 2015. Cuando llegamos a Sofía, visitamos un mercado de verduras. El Obispo Müller dijo: “¡Intentemos reconocer quién es pobre!”. Nos sentamos cerca de un puesto del mercado y observamos. Al principio, no reconocí a nadie de quien pudiera decir que era pobre.

Pero entonces vi a una anciana con un abrigo largo y viejo. Tomó dos zanahorias, se decidió por la más pequeña y la dejó a un lado. Hizo lo mismo con dos brócolis y dos papas. No pude evitar acercarme. Elegí entre varias verduras, llené una bolsa entera, la pagué y se la di a esta mujer. Una experiencia inolvidable para mí. 

Dejarse conmover

Volvamos a la mujer del granjero de la historia anterior. Si solo hubiera pensado en sí misma, en su familia, en su granja y en todo su trabajo, habría rechazado al joven. Pero sintió la necesidad que estaba pasando el joven y eso la conmovió. Sabemos del Señor Jesús que se angustiaba cuando veía sufrir. También en esto es un modelo para nosotros. 

Por último, pero no por ello menos importante, la mujer del granjero se tomó el tiempo de ayudar. El factor tiempo probablemente no sea tan importante en este caso, pero puede ser muy diferente según la situación.

Dos buenas actividades

Hacer el bien significa dar y prescindir. La mujer del granjero dio tiempo y parte de su comida. El que se recibió de médico renunció a parte de sus ingresos. 

Cuando una persona hace el bien, brinda atención, amor, tiempo, energía o prescinde de algo. En particular, renuncia a recibir algo a cambio. 

Como dice el refrán: “No hay nada bueno si no se hace”. Me gusta agregarle lo siguiente: Y cuando se hace, ¡hace bien! Varios estudios internacionales confirman que hacer el bien hace feliz. Como dice tan bellamente la Biblia, en Hechos 20:35: “Más bienaventurado es dar que recibir”.

10 03 2025

Autor: Andreas Rother

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