Morir, servir, amar: así puede describirse muy brevemente el camino a la gloria eterna. Cómo llegar allí, hubo alguien que dio el ejemplo. La guía paso a paso de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
No fue sólo que el Hijo de Dios volvió con el Padre. En la ascensión de Cristo, también fue levantado al cielo el primer hombre con el cuerpo de resurrección.
Esto lo explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 10 de mayo de 2018 en Trier (Alemania). El texto bíblico del Servicio Divino: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo» (Juan 12:32).
Como el primero de muchos
«El Hijo de Dios vino a la tierra y se convirtió en hombre», explicó el dirigente de la Iglesia. «Este hombre vivió en la tierra sin pecado. Este hombre murió en la cruz. Este hombre resucitó, recibió el cuerpo de resurrección». Entonces, «la ascensión es la fiesta en la que el primer hombre entró en la gloria de Dios con el cuerpo de resurrección».
«¿Lo notáis? Aquí de inmediato hay algo para nosotros». Pues la ascensión no sólo es un bello capítulo en las historias sobre la vida de Jesucristo. «También es una promesa para nosotros. ¡Nos sucederá lo mismo! Somos seres humanos y esperamos recibir el cuerpo de resurrección para poder entrar como seres humanos en la gloria de Dios con el cuerpo de resurrección».
Un ejemplo como comienzo
«¿Qué tuvo que hacer Jesucristo para experimentar su ascensión?», preguntó el Apóstol Mayor y dio una triple respuesta.
- Jesucristo murió en la cruz: «Él murió en toda su vida, por el pecado pero sin haber cometido pecado, había resistido al mal y lo había vencido».
- Jesucristo se puso por completo al servicio de Dios y de los hombres: «Cumplió la voluntad de su Padre a la perfección».
- Jesucristo amó a más no poder: «Su amor a Dios y a su prójimo era tan grande que los amó hasta el final, hasta la cruz».
«Ese fue sólo el comienzo», pues Jesús quería venir otra vez y llevar a los suyos con Él. «¿Qué debemos hacer para poder experimentar esta ascensión?».
Morir, servir, amar
«Lo primero, como dijo Jesús mismo, es que debemos creer en Él: Jesucristo es el Hijo de Dios. Él murió verdaderamente. Él resucitó verdaderamente, y su ascensión es una realidad divina». Sin embargo, «esto no alcanza, naturalmente, también debemos, como dice el lema de este año, seguirlo fielmente, es decir vivir conforme a su ejemplo».
- Morir al pecado: «Estamos firmemente decididos a luchar contra el pecado. Somos implacables, somos constantes. Con el tiempo nuestra voluntad de resistencia no disminuye, sino que se incrementa».
- Ponerse al servicio: «Dios hoy muchas veces es visto como un prestador de servicios. Uno le pide y le paga con lo que uno cree que sería el precio: ofrenda, oración, ir a los Servicios Divinos. Y cuando no obtiene lo que pide, uno está desilusionado. Si se trata de prestaciones de servicios, es precisamente lo contrario: nosotros somos los que debemos a Dios y por eso lo servimos».
- Amar hasta el final: «No es que en el mundo nos vaya tan mal que nos queremos ‘escapar’. No queremos emprender la huida. Amamos a Dios, amamos al Señor Jesús y porque lo amamos tenemos ese anhelo, ese deseo entrañable de tener comunión con Él, queremos estar con Él».
Unirnos como comunidad
«El Señor no vendrá para llevar a cada individuo con Él. Él nos llevará como una comunidad. Por eso no depende solamente de que creamos, de que estemos en el seguimiento, sino que también debemos unirnos cada vez más», explicó el Apóstol Mayor Schneider.
«Esto ahora no significa que ame a cada hermana y a cada hermano en la comunidad así como amo a mi esposa y a mis hijos; esto no tiene nada que ver con este amor, tiene que ver con el amor de Jesucristo. ¿Y qué quiere el amor de Jesucristo? Quiere la salvación del otro. Formemos una comunidad unida en el Señor y que se perfecciona en el Señor».