“Celebremos juntos la fiesta de Pascua”. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider lo pidió en el Servicio Divino central que se transmitió en todo el mundo mostrando por qué hay buenos motivos para celebrar incluso en la crisis del coronavirus.
Cientos de miles de cristianos nuevoapostólicos vivieron este Servicio Divino en sus hogares, transmitido por Internet o por teléfono. Después de todo, la lucha contra el virus no permite actualmente ninguna reunión.
La fe en tiempos de crisis
“Es una fiesta de Pascua muy especial”, dijo el Apóstol Mayor. Porque la pandemia está causando mucho sufrimiento y necesidad en el mundo, pero “el coronavirus es solo uno más en la larga, larga lista de plagas”.
“Nos compadecemos profundamente”, dice el máximo dirigente de la Iglesia. “Oramos por todos los necesitados. Y estamos agradecidos a las muchas personas que se han movilizado”. También pidió que se cumplan ejemplarmente las instrucciones de las autoridades.
La crisis del coronavirus no es una señal del inminente retorno de Cristo ni un castigo de Dios, porque Dios es un Dios de amor y no de castigo. Y “nuestra esperanza en su retorno no se basa en señales, sino en la fe en Cristo”.
El futuro en alegría y seguridad
La Pascua, la resurrección de Jesús, fue algo tan poderoso y de tanto alcance que aún hoy hay razones y motivos para dar gracias, enfatizó el Apóstol Mayor. Porque es precisamente ahora cuando la presencia de Jesucristo puede ser experimentada en casa a puertas cerradas, dijo refiriéndose a la lectura bíblica de Juan 20:11-20.
Explicó que esta Pascua da buenas razones para celebrar, usando el pasaje bíblico de Apocalipsis 1:17b-18: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.
- Jesucristo fue el primero en recibir el cuerpo de resurrección y así entró en el reino de los cielos. Quien permanece fiel a Él podrá experimentar lo mismo.
- A través del Bautismo de Agua y Espíritu, el Hijo de Dios da a los seres humanos de su vida. El que cree en Él ya puede experimentar hoy las fuerzas del mundo futuro y, por lo tanto, la paz de Dios y la alegría en Cristo.
- El poder de Cristo sobre las llaves de la muerte significa: “La muerte física no es un obstáculo para la salvación. El obrar del Espíritu Santo continúa incluso en el más allá”.
- Y las llaves del infierno (Hades) representan: “Jesucristo puede redimir de la lejanía de Dios y conducir a Él. Y eso es lo que quiere seguir haciendo”.
“Él vendrá nuevamente”, afirmó el Apóstol Mayor Schneider: “Aquellos que han permanecido fieles resucitarán. Este es nuestro futuro, esta es nuestra alegría, esta es nuestra seguridad”.
En el camino a la Santa Cena
Finalmente, se refirió a la Santa Cena, que no se celebra en los actuales Servicios Divinos por transmisión. El mismo Jesucristo instituyó este Sacramento. “Él determina cómo debemos celebrarla. Nosotros no podemos disponer sobre ella”. Y la instituyó como una cena de comunión, una condición que no puede cumplirse en la actualidad. Dios quiere recordarnos que “la Santa Cena es una gracia que yo te concedo”.
“Aprovechemos este tiempo para prepararnos para la primera Santa Cena que podremos volver a celebrar”, apeló el Apóstol Mayor. Y esto especialmente en vista de la gran Santa Cena, de la cual Jesús habló a los discípulos: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino”.