Extras silenciosos, buscadores activos
No todos están de pie en el establo, no todos cantan en el coro de los ángeles. Pero las figuras silenciosas de la historia de Navidad son más que extras. Demuestran que Dios les habla a todos; la cuestión es quién responde.
El pesebre está listo, María y José cuidan al niño y los ángeles cantan “Gloria a Dios”. Pero también fuera del pesebre ocurren cosas: los escribas callan, los pobladores cierran sus puertas y, lejos de allí, los Reyes Magos siguen una estrella. Son los extras de la historia de Navidad, permanecen en la sombra, pero su papel sigue siendo hoy un desafío.
Cómo Dios, a pesar de todo, encuentra su lugar
El censo ordenado por el emperador Augusto provocó un hacinamiento en Belén. Todos tenían que empadronarse en su ciudad natal, por lo que José también viajó con María a Belén, la ciudad de David.
El término “mesón” no describe una posada en el sentido moderno, sino una habitación sencilla donde los viajeros podían encontrar cobijo y alojamiento. En aquella época era habitual que las familias acogieran a los viajeros. Pero no había lugar para María y José. Tal vez hubiera otros viajeros más ricos.
Las circunstancias especiales de María, embarazada, también pasaron desapercibidas. No fue solo la falta de lugar lo que llevó a María y a José al establo. Era un mundo que no reconocía la llegada de Dios: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.
¡No había lugar para Jesús! Esto suena más actual que nunca. Porque sigue ocurriendo hoy: las personas están demasiado ocupadas, demasiado atestadas de vida cotidiana, preocupaciones y distracciones para hacer lugar a Jesús. Incluso hoy, Dios no permitirá que haya impedimentos en el cumplimiento de su plan. En medio de la distracción y el rechazo, el Salvador del mundo está cerca de los seres humanos.
Buscar, interrogar, encontrar
Los sabios de Oriente, los Reyes Magos, vieron salir una nueva estrella. Para ellos, era la señal de un nuevo rey: el Rey de los judíos. Se cumplía la profecía: “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento”.
Sin embargo, su viaje suele reducirse a la llegada al establo y a los regalos que traen: oro, incienso y mirra. Pero antes de que los intérpretes de las estrellas pudieran llegar, emprendieron un largo, arduo e incierto viaje.
Su origen: probablemente Babilonia, Persia o Arabia. Estos hombres pertenecían a culturas que practicaban otras creencias, como el zoroastrismo en Persia o las tradiciones astrológicas en Babilonia Y, sin embargo, fueron estos paganos, los que partieron en busca de Jesús.
Así que estos sabios nos dan algo en qué pensar incluso antes de su llegada. Mucho antes de que Jesús diera a sus discípulos la gran comisión: “Id, y haced discípulos a todas las naciones”, fueron los no judíos, los que buscaron y adoraron a Cristo. Esta es una clara señal del significado universal del nacimiento de Jesús: Él es el Salvador de todos los seres humanos, no exclusivamente para el pueblo de Israel.
A menudo nos centramos demasiado en llegar, pero la búsqueda ya es una parte importante del camino de la fe. Este camino es un viaje hacia lo desconocido, sin información precisa ni descripción. Dios ya está obrando en la búsqueda.
Conocimiento sin fe
Los sabios de Oriente buscaban al Rey de los judíos recién nacido en el único lugar supuestamente correcto: Jerusalén. Alarmado por la noticia, el rey Herodes convocó a los escribas y sacerdotes, y les preguntó dónde iba a nacer el Mesías. Ellos conocían de memoria las Sagradas Escrituras y proporcionaron la información precisa: “En Belén”. El profeta Miqueas ya lo había profetizado.
Los consejeros de Herodes oyeron hablar del nacimiento del Salvador, conocían el lugar donde debía encontrarse. Sin embargo, carecían de fe y de voluntad para actuar. Mientras los Reyes Magos, los paganos incrédulos del Lejano Oriente, buscaban activamente a Jesús, los escribas permanecían pasivos. Estaban cerca de la verdad, pero no la reconocían por sí mismos. Aunque eran expertos en las escrituras, este conocimiento no los cambiaba. No tenían ningún interés en buscar una relación personal con Jesús.
Los cristianos conocen la historia de la Navidad y su significado. Pero ¿con qué frecuencia este conocimiento se queda en teoría? Los escribas son personajes secundarios pasivos en la historia de la Navidad. El conocimiento por sí solo no conduce a Dios: se necesita fe, valor y la voluntad de buscar activamente a Cristo.
Los extras de Belén nos recuerdan el peligro de pasar por alto el llamado de Dios, mientras que los sabios de Oriente muestran lo que significa buscarlo. La fe necesita movimiento, valentía y corazones abiertos, tanto entonces como ahora. Porque también hoy Dios habla a todos. La cuestión es: ¿quién se quedará detenido y quién se pondrá en camino?
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