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Feliz cumpleaños, Iglesia

mayo 14, 2018

Autor: Peter Johanning

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Pentecostés de hace 2000 años es considerado la hora de nacimiento de la Iglesia. ¿Qué pasó hasta hoy con el niño? ¿Ya creció entretanto, da bien los pasos a una vida con sentido, actúa con responsabilidad? Observaciones sobre el tema.

Sin la Iglesia, la vida sería dura. Aunque el accionar ético también existe fuera de las congregaciones cristianas, Jesucristo hizo referencia una y otra vez con palabras claras al trato responsable con el prójimo. Aquí un ejemplo de Mateo 25:

«Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque

  • tuve hambre, y me disteis de comer;
  • tuve sed, y me disteis de beber;
  • fui forastero, y me recogisteis;
  • estuve desnudo, y me cubristeis;
  • enfermo, y me visitasteis;
  • en la cárcel, y vinisteis a mí».

De todas maneras, ¿cómo le gustaría?

Ya que este pasaje se trata del juicio de las naciones, no puede faltar el otro lado de la medalla:

«Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque

  • tuve hambre, y no me disteis de comer;
  • tuve sed, y no me disteis de beber;
  • fui forastero, y no me recogisteis;
  • estuve desnudo, y no me cubristeis;
  • enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis».

¿Blanco y negro? ¿Correcto y equivocado? No se trata de eso. Se trata de la decisión única y personal, a favor o en contra del Señor. Dos mil años después del nacimiento de la Iglesia de Cristo, esta pregunta sigue existiendo y sigue siendo existencial. En el curso de la historia de la Iglesia, sin embargo, hubo muchas idas y venidas. Pero esto no nos libra de nuestra responsabilidad personal.

Debemos preguntarnos a nosotros mismos, si hemos crecido en el amor a Dios y al prójimo, si representamos a la Iglesia del Señor, si estamos dispuestos a transmitir de generación en generación su valor, su contenido, su importancia enorme para la humanidad, casi como una sucesión del amor.

¡Sed adultos!

Esto nos lo enseña el Espíritu Santo, que en Pentecostés vino del cielo para hacernos a los seres humanos verdaderos testigos del Evangelio. Decídete, hazte adulto.

Foto: nuzza11 – stock.adobe.com

mayo 14, 2018

Autor: Peter Johanning

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