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Filiación divina: no nos aparta, sino nos exhorta

diciembre 12, 2017

Author: Andreas Rother

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¿Ya eres un hijo de Dios? ¿O recién quieres llegar a serlo? Aquí un Servicio Divino del Apóstol Mayor sobre un concepto central de la fe nuevoapostólica.

«La palabra que hoy tenemos es realmente muy conocida. La amamos. Se trata de los hijos de Dios». Así comenzó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 19 de noviembre de 2017 en Backnang (Alemania del Sur) su prédica. Su fundamento: «Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2).

Filiación divina en formación

«Dios es nuestro Padre, Él es el Padre de todos los hombres. Él los creó. Él se ocupa de ellos. Él está bien cerca de ellos», explicó el máximo dirigente de la Iglesia. Sin embargo, esta palabra bíblica trata otro concepto de filiación divina. «Está relacionada con el don del Espíritu Santo».

«Hemos recibido la vida de Dios, su naturaleza, la nueva criatura». Pero, «recibimos algo del Padre que no nos lo ganamos, tampoco trabajamos para tenerlo. Pero Él fue el que lo decidió: ¡Esto se lo doy a él!». Y, «recibimos la posiblidad de heredar su reino, de heredar su gloria».

«Por el momento todavía no se lo puede ver», destacó el Apóstol Mayor. «Tenemos que creer en nuestra elección. Ningún hombre nos la puede demostrar». Nosotros lo creemos. Pero todavía está en formación». Y la herencia de Dios, «por el momento todavía es una posibilidad. Ninguno de nosotros tiene la garantía de que la recibirá».

Filiación divina en labor

«La filiación divina no es un estatus, ni un honor, tampoco nos aparta. ¡Es una exhortación!», explicó y lo aclaró mencionando tres aspectos:

  • «La filiación divina consiste en que tenemos la capacidad, la posibilidad de confiar totalmente en la palabra de Dios y obrar conforme a ella. Ponemos por obra la palabra. Esto es verdadera confianza en Dios. Así demostramos nuestro amor a Dios».
  • «También pertenece a la filiación divina: el perseguir esta meta, esta herencia, esta comunión con Dios. ‘Quiero obrar, ser, pensar, hablar así como Jesucristo. Quiero dejar de lado todo lo que me separa de Él'».
  • «Si somos hijos de Dios, también somos herederos, si padecemos con Cristo. Por Jesucristo estamos dispuestos a compartir el sufrimiento, compadecernos con los demás, y estamos dispuestos a renunciar a más de una cosa».

«¡Trabajemos con esto!», fue la apelación, pues «algo es seguro: ¡el Señor vendrá!».

Filiación divina en cumplimiento

«Cuando Él venga, todo se manifestará», dijo el Apóstol Mayor. «Seremos semejantes a Él. Naturalmente, ¡esto no significa que seremos Dios! Nuestro cuerpo será transfigurado y recibiremos el cuerpo de Cristo glorificado».

Y aún más: «seremos absolutamente puros y santos, o sea perfectos, porque estaremos totalmente redimidos del pecado y la pecaminosidad». Y finalmente, «estaremos para siempre con Él, tendremos comunión con Él, en cercanía inmediata con Jesucristo, en cercanía inmediata con Dios».

diciembre 12, 2017

Author: Andreas Rother

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