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Fuego y llama a la quinta potencia

julio 7, 2021

Autor: Andreas Rother

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Arde en la Iglesia y en el creyente. Y este fuego ilumina, calienta, purifica, da forma y reúne. Pero estas llamas también necesitan ser nutridas: el «cómo» de una prédica del Apóstol Mayor.

Corto y crujiente, pero lleno de contenido fue el texto bíblico para el Servicio Divino del 6 de junio de 2021 en Metz (Francia): “El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará” (Levítico 6:13).

El trasfondo bíblico: cuando los israelitas se dirigían a Dios para agradecerle o implorarle, quemaban ofrendas en el altar. Los sacerdotes tenían la tarea de no dejar que las llamas se apagaran. El fuego marca la presencia de Dios en la Sagrada Escritura: desde la zarza ardiente de Moisés, pasando por la columna de fuego en el desierto, hasta las lenguas de fuego en Pentecostés.

El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider trasladó estos contextos al aquí y ahora por partida doble: “Dios obra en la Iglesia y en nosotros” fue su mensaje central.

El fuego en la Iglesia

“Dios está presente en su Iglesia a través de su Espíritu”, explicó el Apóstol Mayor el efecto quíntuple:

  • “El fuego del Espíritu Santo nos ilumina”. Así, revela la naturaleza de Dios a través de Jesucristo, anuncia el futuro y enseña a discernir el bien del mal.
  • “El fuego del Espíritu Santo calienta”. Hace tangible la cercanía de Dios en el Servicio Divino a través de la palabra, el Sacramento y la comunión fraterna.
  • “El Espíritu Santo nos purifica en la Iglesia a través del perdón de los pecados”.
  • “Es también este fuego del Espíritu Santo el que nos da forma convirtiéndonos en herramientas e instrumentos en la mano de Dios”.
  • “El fuego une a las personas. En la Iglesia, el Espíritu Santo nos vincula y nos reúne en torno a Jesucristo”.

Pero eso no funciona sin requisitos previos. Por un lado, “si quiero aprovechar totalmente su eficacia, tengo que llegar allí donde está ardiendo el fuego”. Por otro lado, “también tiene que haber servidores que estén dispuestos a servir para que este fuego pueda arder”. Y, por último, no hay que “venir con las manos vacías”. Las ofrendas espirituales de hoy incluyen, por ejemplo, aceptar al prójimo tal como es y no poner las propias ideas por encima de la voluntad de Dios.

Las llamas en el alma

“A través del Sacramento del Santo Sellamiento, cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo y este fuego del Espíritu Santo arde en nuestra alma”, añadió el Apóstol Mayor sobre otro efecto quíntuple:

  • “l Espíritu Santo nos ilumina cuando lo escuchamos, cuando le damos tiempo. Nos enseña, nos muestra los peligros y las decisiones correctas”.
  • “El Espíritu Santo que tenemos dentro de nosotros nos calienta. Cuando estamos tristes, nos consuela, nos hace sentir la presencia de Dios”.
  • “El Espíritu Santo nos purifica. Nos ayuda a corregirnos”.
  • “Dios nos da forma hoy como herramientas en su mano para hacer el bien a nuestro alrededor”.
  • Y Él reúne: “El Espíritu Santo siempre favorecerá la unidad, la concordia y la armonía”.

“Para que ese fuego arda en nosotros continuamente, tenemos que asegurarnos de que arda”, explicó el dirigente de la Iglesia cómo es el combustible adecuado: «Cuanto más énfasis pongamos en nuestra salvación, cuanto más énfasis pongamos en nuestra relación con Dios, cuanto más tiempo permitamos que el Espíritu Santo nos hable e influya en nosotros, más efectivo será”.

Lo que hace que el humo sea agradable

Es importante que las ofrendas no ardan en un “fuego extraño”: “Lo que ofrecemos a Dios debe estar inspirado por el Espíritu Santo y no por otra cosa”. El renunciamiento y el servicio no deben obedecer a un cálculo, sino que deben surgir de la gratitud y el amor.

“La oración es como un humo agradable que sube a Dios”. También aquí debe arder el fuego adecuado:

  • La gratitud surge de tomar conciencia del don de Dios.
  • Las peticiones de ayuda surgen de la confianza en Dios.
  • Las peticiones de perdón están guiadas por el arrepentimiento.
  • La intercesión se nutre del amor al prójimo.
  • Pedimos por el retorno de Cristo porque lo anhelamos.

La conclusión del Apóstol Mayor Schneider: “Dios trabaja en los Servicios Divinos para nuestra salvación. A Él le ofrecemos sacrificios espirituales. El Espíritu Santo solo puede obrar en nosotros cuando estamos comprometidos con nuestra salvación. Nuestras oraciones son agradables para Dios cuando están entrelazadas con su Espíritu”.

julio 7, 2021

Autor: Andreas Rother

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