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Gotas, toquecitos, tecnología: cómo llegó el vino a las hostias

junio 17, 2019

Autor: Andreas Rother

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Una vez que el asunto fue oficial, recién empezaron los verdaderos problemas: ¿Cómo poner las gotas de vino sobre las hostias? De los aparatos con que se hacían los toquecitos de vino y las gofreras de los primeros años se desarrollaron las cadenas de producción de nuestros días.

Pan y vino en uno. Este es desde hace 100 años el estándar usado para la Santa Cena en la Iglesia Nueva Apostólica. La historia previa: En la Primera Guerra Mundial escaseaba, no por último, el vino que era bebido de a sorbos de los cálices. Al mismo tiempo, en todas partes cundía el temor de las pestes. La solución higiénica y austera fueron las hostias con unas gotas de vino, así como ya se estaban enviando por correo a los soldados. Esa práctica fue introducida por el Apóstol Mayor Hermann Niehaus a partir del Viernes Santo 1917. Fue vinculante para toda la Iglesia desde 1919.

¿De dónde obtener el pan y el vino para la Santa Cena? Ya hacía mucho que se tenía experiencia de esto en Alemania y algo así como un mercado propio de la Iglesia. De modo que se consiguió lo que se necesitaba publicando un aviso en la revista oficial «Panorama Nuevoapostólico». Un «vino tinto de muy buena calidad» ofrecía Carl Ehrler de Plauen a «todos los dirigentes de comunidad». Recipientes para la Santa Cena, en cambio,tenía para ofrecer Ewald Dissel de Ruhrort, además de cigarros y artículos de papelería.

De la pipeta al aparato

Más difícil fue poner las tres gotas de vino sobre el número necesario de hostias. Miembros de la comunidad ya mayores hoy recuerdan muy bien cómo de niños se sentaban a la mesa junto a toda la familia para preparar las hostias para una comunidad de varios cientos a almas, gota a gota con una pipeta.

El primer alivio lo trajo un aparato que se llamó Bickelmannsche Hostientupfer con el cual se podían agregar los toquecitos de vino a manera de sellos sobre las hostias. Este aparato fue construido por un miembro de la comunidad de Göppingen. «Lo mejor es comprar una pequeña botella
de buen vino tinto y hacer con él unos toquecitos sobre algunos miles de hostias», recomendó el Apóstol Johann Gottfried Bischoff por circular a los siervos. «Quiero acotar además, que lo mejor cuando se hacen los toquecitos con el vino es colocar las hostias sobre un paño blanco o sobre papel secante blanco limpio, porque con otra base las hostias se pegan un poco», fueron sus instrucciones de uso.

De secretaria a jefa

Las adquisiciones fueron en busca de la profesionalización cuando el maestro panadero Max Pflug, Pastor en la comunidad Herne, cambió de rubro en 1925 para dedicarse a la fabricación de hostias. La masa todavía se revolvía a mano y se horneaba en enormes gofreras. En 1931 la Iglesia se hizo cargo del emprendimiento y le dio el mando a la secretaria del Apóstol Mayor, Helene Herterich. La fábrica de hostias de la Iglesia se levantó en una nueva ubicación, en Bielefeld, donde existe todavía hoy. La primera entrega al interior del país se hizo a Renania, la primera exportación a Australia.

La Segunda Guerra Mundial trajo aparejadas nuevas dificultades. El vino y la harina únicamente se conseguían con vales de compra. Y a tal efecto Helene Herterich tenía que ir al Ministerio en Unna: salir a las 6 de la mañana, cuatro horas de viaje en tren, expresar su fastidio a las autoridades por vales supuestamente enviados, el viaje de regreso a las 21 horas en un tren repleto, esperar el tren de mercancías hasta las 23 horas, y con el mismo tenía que ir parada hasta casa. «A eso de las 8 horas llegaba a Bielefeld», informó, «¡un gran esfuerzo!».

De Bielefeld a todo el mundo

La fábrica de hostias creció junto con la Iglesia: de un rendimiento anual, en los comienzos, de 9,7 millones de hostias hasta el valor más alto de 238 millones en el año 2001. Un hito importante fue la cadena de producción automática para hornear en 1979, una construcción propia hecha con el acompañamiento de profesionales. Aunque la máquina al final funcionó el doble de rápido de lo que estaba previsto técnicamente, ya en 1990 hubo que traer una sucesora con mayor rendimiento.

Para que los mayores clientes pudiesen producir localmente con menores costos, surgieron con el apoyo de los profesionales de Bielefeld otras fábricas de hostias bajo propiedad de la Iglesia, en 2003 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y en 2012 en Lusaka (Zambia). Mientras que la producción en África es semiautomática, en otras pequeñas fábricas en la India se prioriza el trabajo artesanal. Lo mismo se hizo con las primeras pruebas en Hong Kong hace dos años.

«Realmente una tecnología interesante es la que se usa para colocar las tres gotas sobre las hostias», fue la conclusión de Asia del Sudeste. Efectivamente, el proceso de producción tiene sus trucos. Pero esta es otra historia que será contada próximamente…

Más informaciones sobre la historia de la hostia combinada y de la fábrica de hostias de Bielefeld se pueden encontrar en el Archivo Central de la Iglesia Nueva Apostólica Renania del Norte-Westfalia.

junio 17, 2019

Autor: Andreas Rother

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