Color del sitio web:

apostles.today seasons.today world.today

«Ha resucitado el Señor verdaderamente»

abril 4, 2015

Autor: Peter Johanning

Imprimir
Escúchalo

El tiempo de pasión con Viernes Santo, la muerte del Señor, finaliza en forma grandiosa en la resurrección del Señor. Esta es la creencia fundamental de todos los cristianos. Pero: ¿Por qué este día de la resurrección es tan importante para nosotros?

La Biblia informa –tomando de los diferentes Evangelios– que era muy de mañana, el primer día de la semana. El sepulcro en el que se había colocado el cuerpo de Jesús, había tenido guardia desde el Viernes Santo, pasando por el sábado, hasta esa mañana. Algunas mujeres, María Magdalena y otras, emprendieron el camino al sepulcro.

El día de la resurrección

Cuando llegaron, el sepulcro estaba abierto, la piedra había sido removida a un costado. Un ángel dijo a las mujeres: «¡No temais vosotras! Porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo». Entonces fueron corriendo rápidamente para dar las nuevas a los Apóstoles. Pero ellos primero no lo creyeron, por el contrario: ¡sus palabras les parecieron locura!

De todos modos, Pedro y Juan se quisieron cerciorar ellos mismos, lo querían ver con sus propios ojos y corrieron al sepulcro. Y en efecto: Jesús no estaba, el sepulcro estaba vacío. En la Sagrada Escritura dice: «Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase».

El tiempo de entender

Pensar en lo impensable, lo desconocido, necesita tiempo. Es un proceso lento por el cual se convierte en verdad interiormente. Cuando Jesús, el Resucitado, se mostró una y otra vez, habló con ellos, entonces su fe creció. Más que nunca antes siguieron a su Maestro e incluso murieron por Él. La historia de ambos discípulos que emprendieron tristes y sin esperanza el camino a Emaús, lo dice todo:

Iban hablando entre sí de los increíbles acontecimientos de los últimos días. El Señor mismo se les acerca pero ellos no lo reconocen de inmediato. Le informan de lo que aconteció el Viernes Santo, de la noticia de las mujeres. El compañero de viaje desconocido les explica el contexto mencionando a Moisés y los profetas. Por la noche se sientan juntos a la mesa y recién entonces lo reconocen. Provistos de nuevo valor, ambos discípulos emprenden el regreso a Jerusalén. Llenos de alegría informan lo vivido a los demás Apóstoles que por miedo de los judíos se habían encerrado en una casa. Sigue la frase más maravillosa del Evangelio: «Ha resucitado el Señor verdaderamente».

El núcleo del Evangelio

Hasta hoy en día le cuesta a las personas creer en la resurrección. Bien en los inicios de la Iglesia cristiana, más o menos en la comunidad de Corinto, se extendió la duda. Pablo escribe detalladamente sobre el tema de la resurrección. Dice que sin la resurrección toda la fe cristiana es vana. Pero, como dice su resumen: Como Cristo ha resucitado, también los que le pertenecen pueden resucitar. La fe en la resurrección de Jesucristo conforma el fundamento seguro para nuestra fe y es el núcleo del Evangelio.

En lo que respecta a la fe nuevoapostólica, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider expresó en un Servicio Divino en Torgau:

  • Creemos en Dios, el Padre, confiamos en Él, Él es el Todopoderoso.
  • Creemos en Jesucristo, el Redentor, que ha venido para conceder al hombre la vida eterna.
  • Creemos en el Espíritu Santo, el Consolador, que nos revela todo lo que necesitamos para nuestra salvación.
  • Creemos en la Iglesia de Cristo; el Señor vela por su Iglesia para que pueda hacer accesible al hombre la salvación.
  • Creemos en el apostolado; el Señor gobierna en su Iglesia y para ello envía a sus Apóstoles que estarán activos hasta el retorno del Señor.
  • Creemos en los Sacramentos: el Santo Bautismo con Agua, la Santa Cena y el Santo Sellamiento.
    Creemos en el retorno de Cristo; el Señor viene para llevar consigo a los que lo esperaron y se dejaron preparar.

La Confesión de fe apostólica

Junto con otras confesiones, la Iglesia Nueva Apostólica se confiesa a la «Confesión de fe apostólica», que fue formulada en el cristianismo temprano sobre la base de la prédica del Apóstol Pedro en la casa de Cornelio:

“Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; ascendió a los cielos; está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia universal [católica], la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén».

Photo: Glenda Powers – Fotolia

abril 4, 2015

Autor: Peter Johanning

Imprimir