“He experimentado cómo Dios conduce, guía y dirige”
17.000 personas siguen gravemente afectadas. La catástrofe de las inundaciones de hace un año en el distrito de Ahrweiler (Alemania) causó la muerte de 133 personas y destruyó decenas de casas. Ulrich Thurau, dirigente de la comunidad Sinzig desde 1998, informa.
“Me desperté a la noche porque olía a aceite de calefacción, a gas y a gasoil. Y oí ruidos sordos y fuertes que no podía ubicar”, cuenta Ulrich Thurau sobre la noche de la inundación en el oeste de Alemania, el 15 de julio de 2021. “Hay un farol delante de nuestra casa y me pregunté por qué estaba tan oscuro afuera. Entonces nos dimos cuenta de que no teníamos electricidad. Hacia las tres de la madrugada, los bomberos recorrían las calles. Y solo escuché una palabra: desastre”.
Los sonidos venían del río Ahr. “Lo que normalmente es un pequeño río de ocho a diez metros de ancho se convirtió en un torrente de 800 metros de ancho en nuestro pueblo. El Ahr había desarrollado una fuerte resaca que arrastraba los objetos que se golpeaban entre sí y se lanzaban contra las paredes. Los tanques de combustible y gas fueron arrastrados desde los sótanos y de la tierra, y los pilares de los puentes se derrumbaron en las aguas de la inundación”.
Preocupación por los miembros de la comunidadd
La casa del Primer Pastor Thurau se salvó de la crecida porque está en el lado más alejado del río. “Las casas que están directamente en el Ahr se inundaron todas a metros de altura. Los helicópteros estuvieron volando todo el día. Los servicios de emergencia rescataron a las personas que esperaban en sus tejados para recibir ayuda. Y las sirenas de los bomberos sonaron una y otra vez”.
En los primeros días después de la inundación, la principal preocupación del matrimonio Thurau fueron los miembros de la comunidad. Debido a la infraestructura destruida, de repente ya no era posible contactarse con los hermanos y hermanas. No se los podía localizar ni por teléfono ni en auto. “Cuando el agua de la inundación desapareció, quedaron caminos rotos llenos de barro, basura y autos, algunos de los cuales estaban apilados unos encima de otros. Los puentes habían sido barridos”. Así que el dirigente y su esposa partieron juntos a pie en busca de los hermanos en la fe.
«Fue increíble lo que vieron y escucharon. En algunos casos, los hermanos y hermanas quedaron encerrados en sus casas y fueron evacuados en botes”. El dirigente y su esposa se alegraron por cada familia, por cada miembro de la comunidad al que pudieron llegar. Cuatro familias de la comunidad perdieron todas sus pertenencias en las aguas de la inundación. Afortunadamente, todos ellos siguieron con vida, lo cual no era sobreentendido esa noche. 133 personas murieron en el distrito de Ahrweiler a consecuencia del desastre.
El edificio de la iglesia de Sinzig también estaba a un metro y medio bajo el agua la noche de la inundación. “Tuvimos un Servicio Divino la noche anterior. En ese momento, no sabíamos que las casas ya habían sido arrasadas en el Oberahr. Así que era solo cuestión de unas horas para que ya no hubiésemos podido salir de la iglesia por estar rodeada de agua”, dice el dirigente.
Muchos hermanos y hermanas quieren ayudar
“La gran disposición a ayudar en esta situación excepcional fue abrumadora”. E informa, en particular, sobre la voluntad de ayuda de los miembros de la iglesia. “Hermanos y hermanas en la fe de toda Alemania se pusieron en contacto conmigo como el dirigente y me ofrecieron una gran variedad de ayuda para las familias afectadas. Nos llegó una gran cantidad de donaciones en especie. Recibimos mucho más de lo necesario y lo distribuimos en la zona. Había de todo, desde cosméticos hasta mantas y ropa o muebles”, dice el Primer Pastor Thurau.
El Primer Pastor Thurau ofrece un relato ejemplar de una familia del sur de Alemania que buscó el contacto con una familia afectada. Tenía el mismo apellido que una familia afectada de la comunidad. Sin saber más sobre los que consultaban, el dirigente aprovechó esta similitud de nombres como una oportunidad para establecer contacto. Tras obtener el consentimiento de la familia en cuestión, preguntó a su hermano en la fe qué ayuda necesitaba en ese momento. Necesitaría urgentemente un electricista, fue la respuesta. Cuán grande fue la alegría y la gratitud de ambas partes cuando resultó que el padre de familia que había ofrecido ayuda trabajaba exactamente en ese ramo.
“Tales experiencias me transmitieron fuerza. No sé cómo me habría ido si me hubiera afectado a mí mismo. Siempre fue el amado Dios quien hizo las grandes cosas. Y experimentar eso una y otra vez fue impresionante”, concluye el Primer Pastor Ulrich Thurau.
Un año después
¿Cuál es la situación actual –un año después de la catástrofe– en el distrito de Ahrweiler? “Depende de dónde uno se encuentre”, dice Ulrich Thurau. “El otro día estuve en el centro de Bad Neuenahr y me quedé muy sorprendido. Se tiene la impresión de que solo se ha hecho lo mínimo: se han retirado los autos y la basura de la calle, pero los escaparates siguen cerrados con aglomerado y el olor a barro flota en el aire”. Y detrás de cada ventana viven personas con sus destinos. “Para algunos, la renovación funciona perfectamente. Para otros, apenas avanza, quizá porque no hay familiares en el lugar que se ocupen de ellos”. Al final, depende de lo integrado que esté uno en la sociedad. “Me impresionó y conmovió la cantidad de hermanos y hermanas de todas las iglesias del distrito que expresaron su preocupación por el sufrimiento de los hermanos y hermanas y de la gente del valle del Ahr. Experimentarlo me ha dado mucha fuerza, valor y confianza”.
Una versión detallada de este retrato apareció en la revista “Unsere Familie”, número 06/2022.