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Jefe de diplomacia en temas burocráticos

enero 19, 2018

Autor: Andreas Rother

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Suplente del Apóstol Mayor, mano derecha para el trato con las autoridades, un hombre para casos complicados. Y aparte de todo esto, el Apóstol Arthur Landgraf fue un burócrata. Mañana cumpliría 130 años.

Allí estaba la mujer que en poco tiempo tuvo que despedir al mundo del más allá a varios de sus seres queridos. Cuando el Apóstol mismo no la pudo consolar, le acordó un encuentro con Max Hölting; y el compositor ciego de Berlín efectivamente encontró por medio de su música el acceso a ella para brindarle el consuelo que tanto necesitaba.

Allí estaba la madre que quería echar de la casa a su hija soltera embarazada –corrían entonces los años 1930–. Pero Artur Landgraf la pudo convencer de que no el juzgar sino el ayudar era el mandamiento que debía aplicar en esos momentos. Y finalmente la hija se casó con el padre del niño, quien incluso adoptó su fe.

Y así su obituario tuvo como resultado: «El Apóstol Landgraf sirvió a los hijos de Dios con mucho amor, gran sabiduría y cordialidad que siempre hacía sentir bien. En su modo simple y sencillo, guiado por una fina sensibilidad por las preocupaciones de las almas confiadas, llegaba rápidamente al corazón de los hermanos».

Suplente del Apóstol Mayor

¿Quién era ese señor cultivado con traje elegante, corbata a lunares y cara sonriente? Nacido el 20 de enero de 1888 en Sajonia (Alemania), Arthur Landgraf creció en condiciones modestas. «Para estar por fin tranquilo», cuando ya tenía más de 30 años cedió a la insistencia de su esposa, la acompañó a un Servicio Divino nuevoapostólico y a partir de allí se quedó.

En 1919 recibió el Santo Sellamiento, en 1921 fue colocado como Subdiácono y, después de diversos ministerios, fue ordenado en 1927 como Apóstol. En 1928 se hizo cargo como Apóstol de Distrito del área de actividad Leipzig. Pero no iba a quedar sólo con esa responsabilidad.

Sensibilidad para la palabra correcta en el momento correcto, sutileza y presentación con un estilo seguro, talento literario y cualidades para dirigir. Estas cualidades del Apóstol Landgraf movieron al Apóstol Mayor Johann G. Bischoff a confiarle en 1933 su propio distrito de Apóstol Fráncfort y finalmente hacerlo su suplente como director del «Colegio de Apóstoles de las comunidades nuevoapostólicas de Alemania».

Un hombre para casos complicados

Rápidamente el Apóstol Landgraf se convirtió en especialista en asuntos delicados: fue a comienzos de 1934 cuando el Apóstol de Distrito Martin Lax de Berlín enfermó visiblemente de demencia. En esa difícil situación, el Apóstol Mayor envió a su vice a la capital para convencer a quien era el Apóstol de Distrito y hacerse cargo él mismo de la tarea.

O cuando en 1936 en vías de la así llamada prohibición para reunirse, fue denegado que hubiera cajas de ofrendas en las iglesias y cundía la amenaza de confiscación de las ofrendas. En esa situación política tan seria, el Apóstol Landgraf, en su constante contacto personal con representantes del Ministerio del Interior y del Ministerio de Culto logró reiteradamente que se nos eximiera de acatar tales disposiciones. El precio del éxito: insinuar estar a favor de los organismos públicos. Y un cartel en la caja de ofrendas con la inscripción: «¡Sólo para miembros! (colaboración con la entidad)“.

O a comienzos de los años 1940, cuando Arthur Landgraf fue uno de los Apóstoles que aconsejaron al Apóstol Mayor Bischoff a nombrar un sucesor. Entonces él fue contado entre los tres candidatos propuestos por sus colegas en el ministerio. Sin embargo, él mismo quiso salir de la selección, a favor del Apóstol de Distrito Peter Kuhlen de Renania.

«Allí arriba estoy demasiado lejos»

A pesar de todo esto, el Apóstol Landgraf no era de los que les gustaba sobresalir. Sobre esto cuenta, por ejemplo, lo que sucedió en la capilla de San Lorenzo. Esta transitoriamente servía de casa de Dios a la comunidad nuevoapostólica de Neuruppin. En su primera visita allí el Apóstol efectivamente subió los escalones al púlpito triangular y predicó desde ese lugar.

Después del Servicio Divino reunió alrededor suyo a los portadores de ministerio y dijo: «Allí arriba estoy demasiado lejos de vosotros y directamente me siento solo». A partir de ese momento sirvió de clásico altar nuevoapostólico con podio y cálices de la Santa Cena una pequeña mesa colocada delante del altar alto.

enero 19, 2018

Autor: Andreas Rother

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