Si me encontrara con Jesucristo, entonces… A veces hay personas que lo dicen, especialmente cuando están desesperadas por su fe. Quieren conocer al Creador. Y eso es posible, también hoy.
El lema del nuevo año es “Juntos en Cristo”. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider utiliza este mensaje anual, entre otras cosas, para dejar claro lo rápido y fácil que podemos encontrarnos con Jesucristo, pero solo si nos lo proponemos. El tema “Encuentro con Cristo” se desarrollará paso a paso en las prédicas dominicales de enero.
Muchas personas que se encontraron con Jesús en aquella época se asombraron de su sabiduría, de su profundidad. Para ellos hablaba como alguien que sabía de lo que hablaba: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28-29).
Autoridad del amor
Algunos contemporáneos quedaron asombrados e impactados por las palabras de Jesús. Su doctrina se diferenciaba de la de los fariseos, principalmente en cuanto al valor que ellos asignaban a la ley mosaica. No le preocupaba la salud, la riqueza y la reputación social como una recompensa por cumplir la ley. Por el contrario, hacía accesible la salvación para los seres humanos.
Jesús hablaba con autoridad divina. No interpretó la voluntad de Dios, sino que la anunció y la explicó. Esto lo distinguía fundamentalmente de los doctores en leyes, los escribas, que obraban en Palestina.
Comunión con el Hijo de Dios
Esta autoridad también debe encontrarse hoy en día. En ciertas circunstancias, esto no es tan fácil, porque el hombre debe creer que Dios le da su fidelidad. Y el creyente debe corresponder a esta fidelidad. Sin embargo, a menudo la realidad que el hombre percibe no se corresponde con la palabra de Dios. Sin embargo, Dios elige a los seres humanos y los llama a seguirlo. Los llama a la comunión de vida con Jesucristo. Esta comunión puede experimentarse ya hoy.
La fe conduce a la salvación
“Tu fe te ha salvado”: ¡cuántas veces pronunció Jesucristo esta frase! Y lo importante que es entenderla en profundidad. La salvación no viene por los méritos, las buenas obras, la vida devota. Estas obras son el resultado de una fe firme, no al revés. Se trata de una fe firme y verdadera. No alcanza con decir que uno es cristiano o ir regularmente a la iglesia para alabar y adorar a Dios. La verdadera fe consiste, principalmente, en hacer la voluntad de Dios. Se trata de cumplir los Diez Mandamientos y, en especial, el mandamiento del amor. Esa fe determina las prioridades de cada uno y la relación con el prójimo.
El buen pastor
¿Qué queda después de todo esto? “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36), una palabra que entristece al principio. Un rebaño sin pastor, ¿cómo puede ser? La prédica del último domingo de enero señalará que Jesús es el buen pastor. Muchas personas que conoció estaban desorientadas. Les proporcionó cuidados y un nuevo apoyo. Y no se limitó a Israel, sino que tomó en consideración a toda la humanidad.
Los que representan la causa de Jesús ante los seres humanos dejan claro que Jesucristo es el camino a la comunión con Dios. Para aquellos que actúan en nombre de Dios, su propia opinión debe pasar a un segundo plano. Porque solo de este modo es posible ganar espacio para luego dar lugar a una perspectiva que trascienda lo cotidiano y sus problemas.
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