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Jesús es el motivo de la Navidad

diciembre 24, 2019

Autor: Peter Johanning

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¡Vuelve a decir gracias! Es hora, tan cerca de la fiesta de Navidad. ¿Por qué? Porque Jesucristo llegó a este mundo adoptando la condición de hombre. Esto tan solo (!) es el motivo por el que festejamos la Navidad.

El agradecimiento tiene muchas caras. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, la máxima autoridad de la Iglesia Nueva Apostólica, mira agradecido hacia atrás, al año que termina: «Con gran emoción y profundo agradecimiento recordamos los impresionantes sucesos que ocurrieron este año. El año 2019 quedará profundamente grabado en el corazón de muchos de nuestros hermanos y hermanas en la fe, en particular para los que participaron de los encuentros especiales de la juventud o de los niños. Dios ha realizado muchas maravillas en nosotros. Son actos que exceden nuestra comprensión. Por medio del Espíritu Santo, Él consoló a sus hijos en situaciones dramáticas y pudo generar paz profunda en más de una situación de necesidad».

Y sigue diciendo: «Solo conocemos una fracción del bien que Dios nos ha deparado este año. No sabemos con qué frecuencia nos protegió de desgracias. ¿Y quién puede decir con qué frecuencia intercedió Jesús por nosotros delante de Dios?».

¡Simplemente decir gracias alguna vez!

Decir gracias por algo de lo que no sé nada, que desconozco o no puedo valorar, no es tan fácil. Significa nada menos que agradecer por la encarnación del Hijo de Dios en este mundo, aunque ni siquiera entiendo qué/quién es Dios. ¿Cómo puedo agradecer por el amor de Dios al hombre, si me faltan experiencias concretas de ello? La Navidad como la fiesta de la encarnación de Dios sigue siendo un misterio que el espíritu humano no puede entender.

E igualmente la fe nos ayuda a aceptar precisamente aquello que Dios nos regala: ¡Es Él mismo el que se regala a nosotros, su amor, su cercanía, su bondad! «Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Efesios 5:20).

Agradecer y pensar van juntos

El agradecer viene del «pensar». Para dar gracias de corazón, el hombre debe reflexionar sobre todo lo que Dios ya le ha regalado. Son, por un lado, dones infinitamente valiosos como paz, salud, días buenos. Incluso en tiempos de necesidad y aflicción podemos sentir su cercanía. Él transmite calidez a nuestro corazón. Agradecemos por todo lo que tenemos, expresando con ello, al mismo tiempo, que de todo lo que tenemos solo una parte la pudimos conseguir nosotros mismos y mucho lo obtuvimos sin haber hecho nada para tenerlo.

Somos ricos por los muchos dones que Dios nos ha regalado. El hombre debe dedicarse a pensar sobre esto. Al respecto dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en uno de sus Servicios Divinos: «¿Cómo imaginarse que Dios espera de una persona que haya vivido una situación dramática que pueda estar agradecida? Uno tiene el sentimiento de que esto es absurdo, es imposible». Y no obstante, siguió diciendo el Apóstol Mayor, hay buenos motivos para agradecer: dar gracias por la creación, por lo bueno que viene de lo alto, por la encarnación de Jesucristo, por la comunidad y el hermano y la hermana que están a nuestro lado, por la paciencia de Dios con nosotros.

Hoy, en Nochebuena, vale la pena una reflexión más profunda, decir gracias por lo que nos regala nuestra comunidad:

  • Gracias, querida hermana, querido hermano, por tu comunión.
  • Gracias, querido niño, por tu vitalidad y tu confianza.
  • Gracias, querido joven, porque trabajas con tanta alegría en la comunidad.
  • Gracias, querido Pastor, por tu asistencia espiritual y tu tiempo.
  • Gracias, querido Apóstol, porque te tomas tan en serio tu misión.
  • Gracias, querido músico, porque te involucras en forma tan maravillosa y ante todo voluntariamente.

Gracias: Hoy comienza Navidad, la fiesta de todas las fiestas, la fiesta del amor. No solo recordamos al niño en el pesebre, esperamos a Jesucristo, nuestro Salvador, cada día y queremos estar con Él en eterna comunión.

De la Confesión de fe de Nicea-Constantinopla: «Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios unigénito y nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no hecho, consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas, quien por nosotros los hombres y la salvación nuestra, descendió de los cielos. Y se encarnó de María Virgen por obra del Espíritu Santo y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día, según las Escrituras. Y subió al cielo, está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin».

diciembre 24, 2019

Autor: Peter Johanning

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