Dios es el que le confiere al portador de ministerio la elección, la vocación y la autoridad. Su tarea muy personal es orientarse en Jesucristo. Pensamientos de una prédica sobre autoridades y escollos en el encargo ministerial.
El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider se reunió con los portadores de ministerio de la Iglesia regional Rumania y sus esposas el sábado 24 de marzo de 2018 para un Servicio Divino en Ocna Mures (Rumania). Basó su prédica en la palabra de 2 Pedro 1:10: «Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás».
No es Dios el que hace firme la vocación y la elección, sino el mismo cristiano, así comenzó el Apóstol Mayor el Servicio Divino. Pablo creía y estaba convencido de que había sido llamado por Dios para prestar el servicio de un Apóstol. «Esta también es nuestra convicción. El 5º artículo de la fe de la Iglesia Nueva Apostólica dice: ‘…que los escogidos por Dios para un ministerio'».
Escogidos
El ser escogidos por Dios, siguió explicando el Director de la Iglesia, significa «servir a Jesús como renacidos de agua y Espíritu». Como testigos en el mundo: «Debemos dar testimonio del Evangelio allí donde vivimos» y «testifiquemos de que Jesucristo perdona nuestros pecados, Él está en medio de nosotros». Como miembros del cuerpo de Cristo: «Sirvámonos unos a otros y dentro de la Iglesia de Cristo coloquemos nuestros dones al servicio de Jesús». Como sacerdotes de Dios en el milenario reino de paz: «Para que todos los seres humanos puedan acercarse a Jesucristo, a la gloria de Dios».
Llamados
Jesucristo llama, ningún hombre ni ninguna organización, dejó claro el Apóstol Mayor Schneider. Jesús, el que nos ha escogido, es perfecto: «Él sabe todo y si nos escogió y nos llamó, no se equivocó». Él es el amor: «Seguimos a Jesucristo y lo servimos solamente a Él. Su amor, su gracia nos motivan». Él es fiel: «Si Él llama a servir, también da las fuerzas necesarias y los dones para hacerlo».
Autorizados
Cuando alguien es llamado para ejercer un ministerio, Dios concede un don para poder hacerlo. «Es la autoridad ministerial», dijo el máximo dirigente espiritual. «Él nos dio esta potestad en el nombre de Jesucristo para anunciar el Evangelio y dispensar una bendición en el nombre de Dios». Y esto también significa que «si un Pastor o un Diácono pronuncia esta bendición al final de un Servicio Divino, esta bendición tiene el mismo valor que si la pronunciara el mismo Jesucristo. Es como si Jesucristo mismo estuviese presente». Además, Jesucristo les dio a los ministerios sacerdotales la autoridad para dispensar los Sacramentos del Santo Bautismo con Agua y la Santa Cena.
Orientados
«Para ser fuertes en nuestro ministerio, tenemos que conocer a Jesucristo. «El portador de ministerio obtiene las fuerzas de la comunión con Jesucristo y de estar orientado hacia Él. «Quiere salvar al pecador. No esperamos de Dios que castigue al pecador», sino que nos ocupamos de que «todas las personas puedan acercarse a Jesucristo para ser salvadas». «Conocer a Jesús también significa que queramos servir así como sirvió el Señor». Y el Apóstol Mayor volvió a enfatizar que «obrar y trabajar en el sentir de Jesucristo significa estar convencidos de que somos servidores, no amos». Y una tercera característica es servir en la unidad: «Quien conoce a Jesucristo sabe que es su deseo y su voluntad: ‘Que sean uno'».
Afirmados
«Si obramos así, estaremos firmes por y en Jesucristo, entonces no aflojaremos», aseguró el Apóstol Mayor Schneider. «Si realmente estamos motivados por el amor, si amamos a Jesucristo, si amamos a nuestro prójimo, seguiremos adelante pese a las tentaciones y aflicciones», explicó en vista de una posible objeción que podría ser: «Trabajé tanto y Dios no responde a mi oración». Y el dirigente de la Iglesia mencionó un segundo escollo: «Si uno es un verdadero servidor, seguirá trabajando aunque nadie le agradezca». Pues, «no podemos esperar de la comunidad que los elogie y nos diga ‘muchas gracias’. Somos una herramienta en las manos de Dios». Otra traba podrían ser los escasos recursos: «Debemos trabajar con lo que nos fue dado, aunque tengamos muy poco sigamos sirviendo».
El Apóstol Mayor Schneider sintetizó: «Cumplimos nuestro servicio como testigos de Jesucristo allí donde Él nos ha colocado, llenos de amor a Dios y al prójimo. Servimos en la comunidad con los dones que Él nos ha dado. Servimos con nuestro ministerio y nuestra autoridad ministerial en amor, humidad y siendo uno. Si trabajamos así en el sentir de Dios, Jesucristo nos puede fortalecer».