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Jonás, el que luchó con el pez

julio 17, 2017

Autor: Peter Johanning

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Si esta historia se cantara, podría llamársela copla callejera que deja una lección de moral. En ella se expresa mucho de lo que también inquieta a las personas en nuestra época: ¿Cuál es tu posición frente a tus contemporáneos, eres consciente de la responsabilidad que tienes en la vida?

De profesión, Jonás fue profeta en la antigua Israel. Dios mismo lo hizo su portavoz. Su encargo: ir a Nínive para mover a las personas a convertirse y arrepentirse. Pero Jonás no quiere. Sabe exactamente lo que pasará: las personas en algún momento serán perspicaces y le costará mucho trabajo. Entonces, para qué, mejor es no hacer nada, es más fácil.

Es reticente a su responsabilidad y huye. No se dirige hacia el este, a Nínive, sino que va en la dirección contraria. Como si se pudiese huir de Dios. Su huida lo lleva precisamente a través del mar. Allí, literalmente, deja de tener los pies en la tierra. Sucede lo que tiene que suceder: se levanta una fuerte tempestad. Los tripulantes necesitan un chivo expiatorio. Sólo uno puede ser: ¡Jonás! En su necesidad lo arrojan por la borda.

Su muerte en el mar embravecido está sellada. Pero no: lo traga un gran pez. Queda atrapado dentro de él durante tres días y tres noches. Finalmente, el pez lo vuelve a escupir. Jonás vive, aunque con algunas contusiones.

¿Sólo una bonita historia? ¿O es aleccionadora?

Esta historia, por cierto, la conoce así o parecida cada niño. De hecho, suena como si fuera totalmente irreal, aunque en esta época, con tantos juegos de computadora, resulta bastante habitual. ¿Pero por qué dejarla de inmediato de lado por ser una «bonita historia», si, a pesar de ello, es evidente que se puede sacar de ella una enseñanza?

¿Cuál es, entonces, la enseñanza de esta historia? ¿Qué podemos hacer hoy con ella en el siglo XXI? Aquí un par de hechos para situarla:

  • Nínive es sinónimo de abandonar a Dios. Una ciudad impía, en la que no queda ningún espíritu bueno.
  • Jonás no tiene ganas de emprender el largo viaje, sabiendo exactamente que al final, de todas formas, todo saldrá bien. Se rehusa a su llamamiento.
  • Al final, tiene que ir igual, aunque en contra de su voluntad. Siente que Dios es más fuerte que él.
  • Sucede lo que tiene que suceder: las personas de Nïnive efectivamente se arrepienten y cambian su vida. Jonás se apesadumbra tanto que, muy malhumorado, se tira al suelo y sólo quiere morir.

Un hombre típico. No hacer demasiado, ni aventurarse a nada. ¡Y ni un poco de autodeterminación!

Los cristianos extraen aún más enseñanzas:

  • Jonás le preparó el lugar a Jesucristo. Este también viene de Dios. Este también vive tres días y tres noches entre la vida y la muerte. Este también vuelve a la luz después de habérselo creído muerto. Este también predica del arrepentimiento, la conversión y la penitencia. Este también se gana a las personas de su entorno para Dios, al menos a los deseosos.
  • Y al final, tal vez el reconocimiento más importante: por más grande que sea el pecado, ¡Dios está! Él no deja solos a los seres humanos, sólo porque han pecado. Esto solamente lo hacen los seres humanos con otros seres humanos. Dios concede redención. Y aunque esta venga en seres humanos débiles y torpes, es redención para la salvación del alma. Piensas que como ser humano te puedes esconder de Dios, pero no lo tienes que hacer. ¡Él te ama!

Foto: Paul Fleet – stock.adobe.com

julio 17, 2017

Autor: Peter Johanning

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