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La Ascensión significa: “Ahora os toca a vosotros”

28 05 2025

Autor: Simon Heiniger

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Pentecostés se considera el día del nacimiento de la Iglesia. Pero, al igual que una planta que crece durante mucho tiempo bajo tierra y finalmente brota, el origen de la Iglesia es más profundo y antiguo.

En Pentecostés, la Iglesia se hace visible y tangible: los discípulos predican en público, Pedro anuncia con fuerza a Cristo crucificado y resucitado. Miles de personas se bautizan. Pero lo que aquí se hace visible ya existía antes. La Iglesia no comienza de repente, sino que se desarrolla en varias etapas.

El fundamento es Cristo mismo, a través de su obrar, su muerte y su victoria en Pascua. Y finalmente con su ascensión: el Resucitado vuelve al Padre, anuncia al Consolador y reafirma la misión de los discípulos: “Me seréis testigos…”.

Pero mientras tanto, entre la Ascensión y Pentecostés, la joven Iglesia no permanece inactiva.

Después de la Ascensión: la Iglesia actúa

¿Qué sucede inmediatamente después de la Ascensión? A diferencia del tiempo posterior a la Pascua, los discípulos ya no se retiran temerosos. No esperan pasivamente a ver si el milagro de Pentecostés se produce realmente. Al contrario: actúan.

Se reúnen en Jerusalén, unidos, unánimes, en oración. Hablan de la palabra de Dios. Aunque la audiencia aún es pequeña, unas 120 personas, anuncian el Evangelio. Y se organizan: el círculo de los Apóstoles se completa con la elección de Matías.

Estos pasos no son meros acontecimientos transitorios, sino que ya son expresión de la vida de la Iglesia: comunión, anuncio de la palabra, oración, ministerio.

La Ascensión no marca, por lo tanto, que Dios se retira, sino la transición a una nueva fase: Cristo ya no actúa de forma visible entre los seres humanos, sino a través de su Iglesia. Se pasa la “posta”. La Iglesia sigue actuando en nombre de su Señor.

No vive de sí misma, sino de la autoridad que le ha sido conferida por Cristo. Y la Iglesia comienza a hacer lo que hace hasta hoy: reunirse, orar, anunciar, llamar y enviar.

“¿Por qué estáis mirando al cielo?”

Con esta pregunta, el ángel llama a los discípulos a moverse. Un llamado lleno de amor a despertarse. Sí, el Señor ha ascendido. Pero eso no es motivo para quedarse paralizados, sino para moverse. Este llamado sigue vigente hoy para la Iglesia: no os limitéis a mirar, ¡actuad! ¡Vivid vuestra misión!

Porque en medio de la sociedad hay personas que esperan. Algunas buscan un sentido y se preguntan de dónde vienen y adónde van, el porqué de la vida, buscan orientación. Buscan el valor de su propia persona. Otras ya buscan la salvación, marcadas por el dolor, la culpa o la nostalgia, buscan un encuentro sanador con Dios.

La búsqueda de sentido, cuando se encuentra con Cristo, puede convertirse en búsqueda de salvación.

Por eso, la Iglesia no está llamada a ser espectadora, sino a actuar: encontrar, acompañar, dar testimonio.

Cielo, altar, misión

Afortunadamente, la Iglesia y las personas que la componen no están solas en esta misión. Porque la Ascensión no es una despedida, ni un distanciamiento: Cristo no está “ausente”, ni se ha alejado, ni está en el cielo. Es todo lo contrario.

Precisamente porque ha sido alzado, está presente en todas partes: a través del Espíritu, a través de los Sacramentos, a través de la palabra viva. Quien se encuentra ante el altar no mira hacia arriba con interrogantes, sino que reconoce: aquí se tocan el cielo y la tierra. Así, el Servicio Divino se convierte en el lugar donde Cristo, como Señor exaltado, está en medio de los suyos, no como una figura lejana, sino presente en el Espíritu.

El mensaje de la Ascensión sigue vigente hoy: Ahora os toca a vosotros.


Photo: AI-generated

28 05 2025

Autor: Simon Heiniger

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