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La cohesión salvó grandes trayectos

octubre 30, 2018

Autor: Jens Lange

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Lothar Racinowski tiene un gran corazón para las personas de un gran país. El Evangelista de Distrito en descanso participó desde sus inicios en la formación de las comunidades nuevoapostólicas en Mongolia.

Todo comenzó en 1992, cuenta. Su primer viaje a ese lejano país fue junto a los entonces Obispos Klaus Katens y Ulrich Krause. Al principio, a pesar de las siete horas de diferencia horaria, se quiso «largar de inmediato», y rápidamente se quedaban dormidos en la mesa. Así, en viajes posteriores, se tomó la decisión de descansar primero y después empezar, cuenta el Evangelista de Distrito e.d. Racinowski.

Primeramente, el cristianismo allí era casi desconocido. Recién en los años 1990, después de la caída de la Cortina de Hierro, las Iglesias cristianas pudieron anunciar en Mongolia el Evangelio de Jesucristo. Hasta ese momento estaba difundido en el país ante todo el budismo.

«Pero yo experimenté a Dios»

Pasó mucho tiempo hasta que la primera comunidad en la capital mongola, Ulán Bator, comenzó a crecer. «Pero yo experimenté a Dios». Cierto día, un día antes de la partida, de pronto se perdió el alojamiento en una habitación alquilada. Pero el mismo día se dio una nueva posibilidad en un edificio de viviendas de un hermano, además de ¡un ambiente donde realizar Servicios Divinos! Después de eso, la comunidad creció.

Me encontré con «personas muy amorosas», gente hospitalaria que abre su yurta también a extranjeros, les ofrecen algo de comer y si tiene que ser, también un lugar donde dormir. Pero la vida nómade es dura. Los niños muchas veces están toda la semana afuera, viven en lo de parientes o conocidos en la ciudad grande más próxima y van allí a la escuela. Y los viernes vuelven en caballo a la estepa, donde está su familia.

Comunidades en movimiento

«Los mongoles no tienen problema con los viajes», relata Lothar Racinowski. ¿100 kilómetros, 200 o 300? Eso no es nada en un país que es casi cinco veces más grande que Alemania. Por eso, para la cohesión dentro de la Iglesia son importantes los Servicios Divinos conjuntos, también algunas veces una fiesta en la comunidad. Uno se reúne, está relajado, se come, se juega, pero también se cuenta lo que se ha experimentado con Dios. Esto fortalece la cohesión también cuando son grandes las distancias que separan a los hermanos.

Las comunidades mongolas cambian constantemente. Por mudanzas algunos vienen y otros se van, por emigraciones y muchas cosas más. «La inauguración de nuestra iglesia en Ulán Bator en 1997 se ocupó de dar un nuevo impulso». Antes se reunían en un lugar alquilado, ahora lo podían hacer en una verdadera iglesia. Esto produce cohesión, brinda motivación.

Servicio Divino en una yurta

Afuera en la estepa no hay casas. ¿Cómo se puede uno imaginar un Servicio Divino en una yurta o tienda? Esta consiste en un marco de madera, y además varios entramados de la altura del hombro como paredes. Las vigas de dos a tres metros de alto llevan la «corona», un anillo redondo que sirve de techo. El recubrimiento está formado por varias capas: una lona de lana fina, después fieltro de lana para atemperar el calor, un paño impregnado.

¿Cómo se celebra el Servicio Divino en una yurta? Lothar Racinowski me mira algo incrédulo, frunce el seño. Luego dice: «Igual que de nosotros». Uno está sentado a la derecha y a la izquierda en las camas junto a la pared, se agregan algunas sillas. Una mesa sirve de altar. «Por un tiempo incluso teníamos un teclado». ¿Y si no? Igual que de nosotros.

«Todo esto lo hizo el amado Dios»

Los ojos del Evangelista de Distrito brillan cuando habla de «su» Mongolia. Está encantado con el país y su gente, los lleva en el corazón. Y con un poco de nostalgia recuerda que el viaje para la visita del Apóstol Mayor en Ulán Bator en julio de 2018 fue su último «viaje de servicio».

Con frecuencia se le preguntaba al Evangelista de Distrito Racinowski después de su regreso de los viajes, qué había hecho allí. «Nada», era su respuesta, «porque estoy convencido de que todo esto lo hizo el amado Dios».

octubre 30, 2018

Autor: Jens Lange

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