Tras dos eslóganes llamativos: “Cristo, nuestro futuro” y “Juntos en Cristo”, este año siguió un lema algo más ambicioso: “Servir y reinar con Cristo”. Merece la pena examinarlo con detenimiento, al igual que los logotipos correspondientes.
La primera parte, “Servir con Cristo”, parece conocida y familiar para los fieles. Es más bien la segunda parte, el aspecto de reinar, la que requiere ser examinada más de cerca.
La preeminencia del amor
Al traducir este lema en un logotipo, muchas Iglesias regionales recurrieron a la imagen de una corona. Sin embargo, esto no implica en modo alguno que los cristianos deban ejercer poder sobre otros seres humanos. Al fin y al cabo, una mirada más atenta a algunos de los logotipos revela que la corona está formada por personas tomadas de la mano formando una unidad.
Y eso deja claro que en la comunión de los creyentes, la comunidad, debe hacerse visible el reino de Dios. En ella, las personas más diversas se sirven mutuamente y forman una unidad a pesar de esta diversidad. Los cristianos reinan con Cristo ayudando a que prevalezca el amor de Jesús.
Gobernar el yo
Al igual que en algunos logotipos la comunión de personas recién se hace visible a segunda vista, el lema “Servir y reinar con Cristo” también requiere un examen más intensivo. Porque también aquí va por mal camino quien vea en ello un llamamiento a ejercer el poder mundano.
“También hemos sido llamados a reinar hoy. Esto no significa que tratemos de ejercer de alguna manera poder sobre nuestro prójimo. Es más bien gobernar nuestros propios pensamientos y acciones”, explicó el Apóstol Mayor en su alocución de Año Nuevo.
¿Por qué razón las personas que siguen a Jesucristo querrían ejercer más poder que su modelo, cuyo reinado no tuvo nada que ver con la coacción ni la presión?
El gobernante del corazón
Reinar y gobernar con Cristo se refiere hoy a la propia vida y al control sobre ella. “La mejor manera de mantener el control sobre nuestro propio destino es dejar que Cristo reine en nuestro corazón”, explica el Apóstol Mayor.
Esto significa, por ejemplo, que la actitud interior y la relación con Dios son independientes de las circunstancias actuales de la vida. Además, el ser humano no está indefenso a merced del pecado, sino que puede vencerlo con la ayuda de Cristo y enseñorearse del pecado (Génesis 4:7).
Ya sea en cuanto a servir o a reinar, el lema de 2023 prácticamente nos desafía a afrontarlo. Así, en los próximos meses, los Apóstoles de Distrito seleccionarán e iluminarán los diferentes aspectos en sus artículos de “En foco”.
Foto: Rawpixel.com – stock.adobe.com