Uno vive según el ejemplo de Jesús. ¿Y qué obtiene a cambio? Uno no queda liberado de penas y necesidades. ¿Vale la pena, después de todo, ser cristiano? «¡Sí!», dice el Apóstol Mayor y señala la promesa de Dios: La diferencia está al final.
«Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve». Así decía el texto bíblico de Malaquías 3:18, basado en el cual el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider predicó el 29 de agosto de 2015. Más de 430 hermanos y hermanas concurrieron al Servicio Divino en Vanadzor/Armenia.
La promesa tiene validez también hoy
La promesa fue dada por Dios al profeta Malaquías para consolar al pueblo judío. Pues los creyentes estaban desesperados: «A los malos y a los impíos les va tan bien, y nosotros nos esforzamos en vivir según la ley, renunciamos a muchas cosas y no nos va mejor que a los demás. ¿Para qué todo eso?».
Es muy similar lo que les pasa a los creyentes hoy en día: «Tememos a Dios, y nos esforzamos en vivir como buenos cristianos. ¿Pero realmente nos va mejor que a los demás que no le temen a Dios? ¡No siempre!», dijo el Apóstol Mayor: «Entonces se puede levantar el pensamieno: Sí, ¿vale la pena ser cristiano? ¿Vale la pena, en verdad, ser nuevoapostólico?».
«Al final de la historia se va a ver la diferencia», acentuó. Esta promesa de Dios a su pueblo tiene validez también hoy, y lo tiene doblemente.
Al final, dos metas
«En el juicio final habrá una gran diferencia: unos serán justos y los otros no». Ser justos significa: «Estarán redimidos del maligno y del pecado, liberados del mal y podrán tener comunión eterna con Dios». Los justos «servirán eternamente a Dios» alabándolo y glorificándolo, «porque estarán tan felices y tan agradecidos por lo que Dios les ha dado».
«Como hijos de Dios no necesitamos esperar al juicio final. Esperamos el retorno del Señor», dejó claro el Apostol Mayor Schneider: «Entonces habrá una diferencia muy grande: a los que sean aceptados por el Señor, Él ya los justificará. Ellos entonces ya podrán morar con Cristo». Y ellos servirán al Señor colaborando en que «todas las personas puedan encontrar a Jesús».
«Esto es asunto nuestro»
«Pero para alcanzarlo, debemos ocuparnos hoy de que Dios nos pueda justificar. Y esto es asunto nuestro».
- «El hombre sólo puede ser justificado por la fe: Dios es el Todopoderoso, Jesucristo es el amor».
- «La fe es más que sólo no dudar: la fe es cuando uno tiene confianza en Dios. Por eso uno actúa según su palabra».
- «El que cree, también tiene seguridad. Uno sabe: Dios está conmigo, Él me ayudará».
Además de la fe, la gracia de Dios es la condición previa para ser justificado:
- «El amado Dios sólo nos puede perdonar si tenemos la firme voluntad para evitar el pecado».
- «El que busca verdaderamente la gracia y la necesita, es humilde, no condena a su prójimo».
- «Para recibir perdón, uno mismo tiene que perdonar».
Confesar por el ejemplo
«Hemos sido escogidos como hijos de Dios, pero no sólo para ser redimidos: hemos sido escogidos para servir», aludió el Apóstol Mayor a las tareas especiales, por un lado: «nos confesamos a nuestra fe», por el otro: «cada uno de nosotros debe ser un ejemplo».
«Podemos servir preparando el camino al prójimo para que pueda encontrar a Jesucristo y a los Apóstoles», dijo para terminar: «Así Dios nos puede justificar por la fe, por la gracia y nos puede hacer sus servidores en el milenario reino de paz y en la nueva creación».