En acción como patrocinador durante 45 años. Cómo un gerente nuevoapostólico de Alemania ayuda a monjas católicas en las Filipinas a sacar a decenas de miles de niños de los barrios bajos.
Pequeñas chozas hechas de madera de desecho, chapa, plástico y cartón, a menudo directamente en la playa, en pilotes sobre el mar. Familias grandes en unos pocos metros cuadrados, sin electricidad, sin agua corriente, sin baños. Y en medio de todo esto: montañas de basura, pobreza y sufrimiento. En los barrios marginales de los alrededores de Manila (Filipinas) viven los más pobres de los pobres.
Desnutrición, diarrea y enfermedades de la piel, consumo de drogas, abuso sexual: la lista de peligros a los que están expuestos los niños de los barrios marginales es larga. “Allí prevalecen condiciones que no se pueden imaginar”, dice Bernd Ambiel de la comunidad de Karlsbad-Langensteinbach (Alemania). “Cuando llegué por primera vez a los barrios bajos, estuve traumatizado durante un año”.
Mientras tanto, el economista graduado y director gerente de larga data de una empresa de comercialización visita un barrio marginal cada vez que viaja a Manila, en su función de miembro del directorio del grupo de apoyo “Hermanas de María, Ayuda para Niños de barrios bajos, asociación inscripta”. “Hermanas de María” es una institución independiente, cristiano-humanitaria para la asistencia de los pobres en el Tercer Mundo que ha estado activa durante más de 50 años en los barrios bajos de las megaciudades superpobladas.
Activo en la comunidad
Ya los abuelos de Bernd Ambiel profesaban la fe nuevoapostólica. Varios fieles servidores de Dios han salido de la familia. Bernd Ambiel siempre estuvo conectado a la música como organista y dirigente de coro. Incluso hoy en día sigue involucrado en su comunidad como organista.
¿Cómo surgió su compromiso con las “Hermanas de María”? Bernd Ambiel informa: “Mi jefe viajaba muy a menudo a América por negocios. En 1975 volvió de un viaje y me dijo que había conocido a un sacerdote católico que asiste a los huérfanos en Corea. Quería apoyar su actividad. Con siete empleados fundamos una asociación. Fui elegido como director gerente para el área de finanzas del directorio”.
“¡Esto es cristianismo vivo!”
La asociación transfiere un promedio de 18 millones de euros anuales para la ayuda humanitaria en Filipinas. Esto permite a las “Hermanas de María” mantener cuatro hogares escuela –dos para niñas y dos para varones– en el estado insular del sudeste asiático.
Más de 10.000 niños de las familias más pobres viven y estudian allí actualmente. Cada año, unos 500 jóvenes completan su educación. No es raro que terminen su escolaridad con el certificado de estudios secundarios. Gracias a las fundaciones y becas, la asociación de apoyo también permite estudiar a muchos adultos jóvenes.
A las niñas y niños no solo se les enseñan conocimientos teóricos, sino también habilidades manuales en muchos talleres de aprendizaje. Esto los hace muy solicitados en el mercado laboral.
La gratitud motiva el doble
Los jóvenes transmiten el amor y la misericordia que han experimentado en el hogar escuela a sus colegas de trabajo, amigos y vecinos y también a sus propios hijos. Las hermanas logran despertar una nueva esperanza en una generación que de otra manera no tendría esperanza. “¡Esto es cristianismo vivo!”. Bernd Ambiel lo escucha a menudo cuando informa sobre la labor que realiza.
El pensamiento cristiano del amor al prójimo lo motiva una y otra vez en su trabajo con el grupo de apoyo. La gratitud a Dios por la vida plena que le permite tener, también motiva a Bernd Ambiel a comprometerse socialmente como voluntario. Además del grupo de apoyo, ha sido miembro activo del directorio de la Asociación de Hospicios de Karlsbad-Marxzell-Waldbronn durante diez años. Allí es responsable de la organización y la recaudación de fondos. “Soy el hombre de los números”, sonríe y añade con respeto hacia los colaboradores: “No me dedico a la atención de enfermos terminales. Hay que nacer para eso”.
En el momento de la entrevista, Bernd Ambiel está un poco frustrado por una inminente operación de cadera. Pero ya está esperando con interés otros proyectos del grupo de apoyo para los niños y jóvenes de Filipinas. Siempre piensa en los ojos brillantes de las niñas y niños en los hogares escuela y en la gratitud de los graduados: “Si no hicieran esto en Alemania, cuántos de nosotros nos habríamos quedado en los barrios bajos”.