Elegidos por gracia, ¿por qué? No hay respuesta para ello, pues la pregunta está mal planteada. Debe decir correctamente: Elegidos por gracia, ¿para qué? Explicaciones sobre un concepto central de la autocomprensión nuevoapostólica.
Dios elige al que Él quiere, cuando Él quiere y para qué Él quiere. El Apóstol Mayor Schneider lo deja en claro en un texto doctrinario publicado originalmente en los «Pensamientos Guías para los portadores de ministerio» y ahora también en la revista para los miembros «community», así como en las revistas hermanas «Unsere Familie» y «African Joy».
El hombre no puede entender ni merecer su elección. Esta no se basa en ningún criterio humano, sino que es una decisión soberana de Dios, inaccesible para la razón.
Para sí y para otros
«La elección está fundamentada en la voluntad de Dios, quien escoge a individuos o grupos para un fin por Él determinado, responsabilizándose de ellos», dice en el Catecismo (Catecismo INA 4.5). Por consiguiente, la elección está lejos de ser un fin en sí misma, pues Dios llama a los hombres no sólo para su propia salvación, sino ante todo para colaborar en su plan de salvación.
Son ejemplos de ello: Abraham fue elegido para ser una bendición para todos los pueblos. Moisés y Josué fueron elegidos para llevar al pueblo de Israel a la tierra prometida. Y Jesús mismo fue enviado como el Elegido de Dios al servicio de la humanidad (Mateo 12:18; Lucas 9:35).
Como llamamiento y como encargo
Como el pueblo de Dios del nuevo pacto, todos los cristianos han sido escogidos, por un lado, para llegar a través de Jesús a la eterna comunión con Dios. Por otro lado, han sido llamados para servir al prójimo
- ofreciendo alabanza y adoración a Dios,
- demostrando a través de sus palabras y sus obras, las bendiciones que Dios les concede,
- difundiendo el Evangelio y
- haciendo el bien.
Las personas que han renacido de agua y Espíritu han sido escogidas, además, para tener acceso a la comunión con Cristo sin tener que pasar por el juicio final. Su misión es colaborar en el reino de paz en transmitir la salvación a todos los hombres (Apocalipsis 20:6).
«Dios elige con toda libertad el momento en el que le ofrece a cada ser humano el acceso a la salvación», enfatiza el escrito doctrinario del Apóstol Mayor.
Ofrecimiento y aceptación
La elección, sin embargo, está lejos de ser un automatismo: depende de cada uno el aceptar su elección. Por ejemplo, Noé hizo firme su elección por medio de su fe y su obediencia.
Hoy el hombre para llegar a ser bienaventurado debe creer en Jesucristo, el Hijo de Dios y único Mediador de la salvación, y seguir su ejemplo. Y en su retorno Jesucristo llevará con Él a aquellos que entre los vivos y los muertos han afirmado su elección dejándose preparar por el apostolado para este retorno.
Cumplimiento hasta el fin
Dios es fiel. Él, que comenzó la buena obra, la perfeccionará (Filipenses 1:6). De acuerdo con su plan de redención, todos los hombres tienen la posibilidad de ser salvos (1 Timoteo 2:4). «Lo que Dios espera de nosotros es que lo sirvamos por amor, sin cansarnos y confiando en El», escribe el Apóstol Mayor. «Dios se ocupará de que en la Iglesia siempre haya suficientes seres humanos elegidos para cumplir su misión».
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