La Iglesia cerca tuyo en el comienzo del período de ayuno
Antiguamente, una cruz de ceniza sobre la frente indicaba el comienzo del período de ayuno. Se esperaba una mirada hacia adentro, autocrítica y un accionar a conciencia en la fe cristiana. No es una mala idea.
Hoy, 26 de febrero, es miércoles de ceniza. ¿Un día importante? No, dicen muchos, un día como cualquier otro. Sí, dicen otros, los que recuerdan el calendario litúrgico. Desde hace siglos, el miércoles de ceniza congenia con su opuesto, el alegre período de desenfreno y felicidad que le antecede. Al fin y al cabo, ¡no es bueno festejar siempre! En su lugar, hay en este programa de contrastes introspección, arrepentimiento y penitencia. ¿Y por qué todo eso? El período de ayuno de 40 días previo a la Pascua debe preparar para el punto culminante del año litúrgico: Jesús celebra la resurrección y la Iglesia cristiana participa en la celebración, pero no en voz alta, sino con agradecimiento, conjuntamente y dirigiéndose a Dios con alegría.
Idea y realidad
Hasta aquí todo bien, la idea no es mala y se adapta al entorno que la reconoce. ¿Pero cómo es la realidad? En este tiempo también existen guerras, conflictos, agresiones, y también pueden encontrarse en los hogares cristianos. El egocentrismo no disminuye porque un calendario litúrgico exhorte a reflexionar. Y menos cuando el calendario no es reconocido o es dejado deliberadamente en un rincón. Es tiempo de arrepentimiento, tiempo de reflexión, tiempo de renunciamiento, ¡a las personas no les gusta demasiado escuchar esto!
Además, aquel que le dio su nombre a los cristianos, sentó el precedente: Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, ayunó 40 días. Incluso fue en el desierto, bajo difíciles condiciones. Las palabras con las que el diablo tentó a Jesús en el desierto son todavía hoy objeto de la prédica en la Iglesia y para muchos oyentes parecen irreales y exageradas. Y mientras ellos piensan eso, caen en el ámbito de atracción de un amor a sí mismos exagerado. Yo puedo todo, yo sé todo, yo, yo, yo». Muchos mensajes de estos tiempos comienzan con «yo».
El final recién viene
Y lo más grande recién viene. Todavía no se llegó al punto culminante, la curva va para arriba. Solo que no es dibujada por el hombre, sino por Dios mismo. Como la muerte de Jesús no fue el final de todo, sino recién un nuevo comienzo, así también la fe cristiana en la muerte y la resurrección es un nuevo comienzo que fortalece, una esperanza en el futuro que consuela, una estrella guía en tiempos de oscuridad. El período de ayuno pretende: «Reflexiona sobre lo más grande, lo que vendrá. No hagas ya ahora las cuentas de tu vida. Resiste, sigue teniendo esperanza. Vale la pena».
Antiguamente los creyentes usaban una túnica del arrepentimiento, trazaban una cruz de ceniza sobre su frente. La ceniza debía recordar al hombre su propia fugacidad y simbolizar que lo viejo tiene que pasar para que pueda surgir lo nuevo. ¿Y hoy? ¿Qué pasaría si hubiera más comprensión para el entorno más cercano, más dedicación a los más débiles en el mundo que nos rodea, más tiempo para conversaciones, oraciones, cantos? La reflexión ofrece serenidad, que realmente no es un mal regalo. La reflexión hace mirarnos interiormente, cada uno dentro de sí mismo. El ayuno trae nueva concentración a lo esencial, a lo que es verdaderamente importante.
Qué es verdaderamente importante
¿Y qué es verdaderamente importante? Para el cristiano creyente la respuesta es clara: que esté con el Señor, que le agrade, que guarde sus mandamientos, que pueda ser una bendición, que pueda ser un testigo de Jesucristo en el mundo, que el Evangelio siga siendo un alegre mensaje, que pueda vivir. E incluso para compañeros de fe más bien cautelosos, la paz, un entorno sano o una distribución justa de los recursos naturales son más importantes que la propia dicha a costa de los demás.
Hoy, 26 de febrero, es miércoles de ceniza, un día de reflexión. Lo que hacemos y dejamos de hacer, lo decidimos únicamente nosotros. Y no obstante, un pequeño estímulo a la reflexión quizás no sea una mala idea. También forma parte la asistencia al Servicio Divino. Una buena idea: ¡La Iglesia cerca tuyo el miércoles de ceniza!
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