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La Iglesia en el mundo: riesgos globales a la vista

diciembre 5, 2016

Autor: Andreas Rother

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No del mundo, sí en el mundo. Una Iglesia también está expuesta a los acontecimientos mundiales. ¿Qué puede pasar en caso de crisis, guerras, catástrofes?

Una guerra civil pone al país en llamas. Lo que había estallado en una sola región, se extiende a todo el estado. Miles de edificios de iglesias quedaron hechos escombros y cenizas. ¿Qué hacer? ¿Y cómo? Un escenario del horror como este no es tan improbable.

Sobre estos temas estuvieron reflexionando profesionales de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional (INAI) con sede en Zúrich. Al fin y al cabo, una de sus funciones es «asegurar la existencia económica de cada Iglesia regional y contribuir al desarrollo dentro de cada una». Así lo prevén los estatutos de INAI en el artículo 2.3.

El Foro Económico Mundial cita riesgos

La base para las reflexiones de la Iglesia son de naturaleza mundana en doble sentido: una comunidad activa en todo el mundo debe tener a la vista los riesgos globales. Recurre para ello a fundamentos profesionales: el «Informe de Riesgos Globales 2016«, en el que colaboraron para el Foro Económico Mundial 750 expertos y personas que toman decisiones políticas y económicas.

Como los cinco mayores riesgos para el futuro cercano –para los próximos 18 meses– el informe prevé las corrientes de refugiados mundiales, el colapso de estados, los conflictos interestatales, el desempleo y el fracaso de gobiernos nacionales. A largo plazo –en los próximos diez años– el reporte cita que los mayores peligros son la escasez de agua, los cambios climáticos, los eventos climáticos extremos, la crisis alimentaria y la inestabilidad social.

Desarrollos sociales con consecuencias

¿Qué significa esto concretamente para la Iglesia? La consecuencias en una emergencia pueden ser amplias y van desde la confiscación de las cuentas de la Iglesia, pasando por la destrucción de los edificios de las iglesias en conflictos bélicos hasta la inhibición de las congregaciones religiosas.

También entran en consideración los desarrollos sociales, como el cambio demográfico, el aumento de geriatrización de la sociedad en las naciones occidentales, la falta de disposición para involucrarse voluntariamente a largo plazo en un ministerio, así como el incremento de las exigencias a las personas en posiciones de responsabilidad en muchos ámbitos de la vida, lo que se conoce como síndrome de desgaste profesional.

Ora et labora, orar y trabajar

¿Cómo puede protegerse la Iglesia internacional de las consecuencias negativas? «Ora et labora» («orar y trabajar»), pues sólo orar no ayuda. Y trabajar en este contexto significa en pocas palabras: ser ahorrativos y mantenerse unidos. En lo que respecta a lo económico no sólo es necesario ajustarse a no gastar más de lo que ingresa. Antes bien se trata de efectuar las previsiones financieras para tiempos difíciles. Ambos aspectos son considerados en el ámbito global por el comité de finanzas creado hace dos años.

El mantenerse unidos, esto es el principio de solidaridad, no sólo esta arraigado firmemente en la fe, sino también en los estatutos de la Iglesia. Y así, las Iglesias regionales no sólo reciben el apoyo de INAI, sino también de otras Iglesias regionales. Esto va desde los negocios corrientes hasta las inversiones. No es un milagro, entonces, que el vocero de la Iglesia, Peter Johanning, llegue al resultado de que: «actualmente nos vemos bien apostados para los riesgos relevantes».

diciembre 5, 2016

Autor: Andreas Rother

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