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La mayor herencia de todos los tiempos

02 10 2025

Autor: Andreas Rother

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Tuvo las mejores oportunidades. Pero lo echó todo a perder por una ventaja rápida. Lo que dice el ejemplo de Esaú a los creyentes de hoy: señales de advertencia de un Servicio Divino.

Este derecho de primogenitura tiene lo suyo: Tras la muerte de su padre Isaac, Esaú debía recibir la mayor parte de sus posesiones, ser el jefe de familia y heredar también su promesa, la de convertirse en padre de un gran pueblo y, con ello, en una bendición para toda la humanidad.

Pero tomó una decisión: “Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?” (Génesis 25:32). El Servicio Divino del 22 de julio de 2025 en Kinzau (República Democrática del Congo) giró en torno a este tema.

Placer efímero, pérdida eterna

“Como hijos de Dios, renacidos de agua y del Espíritu, hemos recibido un derecho de primogenitura”, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider: “Dios nos ha elegido para recibir la herencia de Jesucristo. Dios quiere darnos la misma gloria que le ha dado a Jesucristo”. Y “todos estamos llamados a ser un pueblo santo, una fuente de bendición para todos los seres humanos en el milenario reino de paz”.

“Ahora Dios nos dice a través del Espíritu Santo: ‘Ten cuidado, no pierdas este derecho, no pierdas esta gracia, no la vendas’”. Porque Esaú no valoró su derecho y, en un momento de hambre, renunció a él a cambio de una comida.

Aprender a apreciar su valor

“Los que pueden perder esta promesa son aquellos que no han comprendido el tesoro que poseen”, explicó el Apóstol Mayor:

  • “Son, por ejemplo, los hijos de Dios que están cegados por las cosas terrenales. Olvidan por completo que todas estas cosas son efímeras y solo duran un tiempo determinado”.
  • “También hay quienes no tienen suficiente fe y confianza en Dios”. Y “no integran el retorno del Señor en su vida personal”.
  • “Hay quienes creen en todo esto”. Pero “quieren ser bendecidos en esta tierra. No se preparan para el retorno del Señor”.

Cuando los tiempos se ponen difíciles

Esaú estaba cansado y hambriento cuando su hermano Jacob le robó el derecho de primogenitura. “El peligro de perder nuestro derecho de primogenitura es muy grande, si también nosotros estamos cansados y sufrimos carencias”, dejó claro el dirigente de la Iglesia:

Por ejemplo: “Debido a que es urgente, debido a que hay carencias en la vida terrenal, de repente se descuida el alma”. O “para salir de una situación difícil, se comete uno o varios pecados”. Sin embargo, “es precisamente en esos momentos cuando Dios mide nuestra fe, nuestra confianza y nuestro amor”.

Ayudar más que a uno mismo

Esaú solo pensaba en sí mismo. La promesa de ser una bendición para los demás le era completamente indiferente. “Para obtener y conservar el derecho de primogenitura, no solo debemos aprender a amar a Dios, sino también a nuestro prójimo”, aclaró el Apóstol Mayor. “Dios nos ha elegido para que hagamos el bien a los demás”. 

“No nos preparemos para el retorno del Señor solo para estar seguros”. Sino que “nuestra motivación también es ayudar a todas las personas de todos los tiempos para que también ellas puedan ser salvas”.

“Y la mejor manera de prepararse para hacer el bien en el reino de la paz es hacerlo hoy”, concluyó el Apóstol Mayor Schneider: “Ya hoy hagamos el bien a nuestro prójimo para que pueda descubrir a Cristo y acercarse a Él”.

02 10 2025

Autor: Andreas Rother

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