
Ya sea bajo los árboles de mango o en una gran iglesia, Dios habita entre los seres humanos, en su corazón y en su comunidad. Un recorrido por su morada junto al Apóstol Mayor.
Dios habita entre los suyos
Casi 2.800 creyentes se reunieron el viernes 17 de enero de 2025 bajo la sombra de los árboles de mango de Moissala, en el sur de Chad. El texto bíblico para este Servicio Divino fue: “Porque Jehová ha elegido a Sion; la quiso por habitación para sí” (Salmos 132:13).
La prédica se centró en la elección divina. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider lo dejó claro: Dios ha elegido habitar entre su pueblo. Esta elección es una expresión de su amor y de su voluntad de estar cerca de los seres humanos. Al mismo tiempo, está asociada a una gran responsabilidad: Dios no solo habita entre nosotros, sino que quiere vivir, trabajar y reinar en nosotros.
El templo de Dios en la antigüedad
Dios ya ha hecho su elección una y otra vez en el Antiguo Testamento. “Eligió a Abraham y le dijo: Dejarás tu tierra y harás lo que yo te diga”, explicó el Apóstol Mayor. Abraham creyó a Dios, le obedeció y se convirtió así en fuente de bendición para muchos. El pueblo de Israel también fue elegido por Dios: “No sois los más grandes, no sois los mejores de todas las naciones”. La elección de Dios es inexplicable. Dios decidió hacer de Israel su pueblo, habitar con él y bendecirlo.
Sin embargo, esta elección iba unida a la expectativa de que el pueblo de Israel cumpliera fielmente sus mandamientos y sirviera a Dios. Esta era la respuesta visible a la elección: una vida conforme a la voluntad de Dios. El máximo dirigente de la Iglesia subrayó en particular: “Dios eligió a Sion, un monte en Jerusalén, y dijo: Allí construirás el templo”. Cualquiera que quisiera encontrarse con Dios tenía que ir allí, aunque viviera lejos. Allí, en el templo, estaba la morada de Dios entre los seres humanos.
Dios mismo habita en Cristo
Esta elección divina continúa en el Nuevo Testamento de una manera única. En Jesucristo, el Hijo de Dios adoptó la condición de hombre para traer la salvación. Él estaba en perfecta conformidad con la voluntad de Dios porque Él mismo era Dios hecho carne. Por su vida, su obediencia y su sacrificio, se convirtió en “una gran bendición para todos los seres humanos”.
Pero la elección de Dios no termina solo con Cristo. Dios ha elegido de nuevo a un pueblo: su nuevo pueblo mundial. No hay explicación de por qué pertenecemos a él. “No somos mejores que los demás”, aclaró el Apóstol Mayor. “Hay muchísimas personas que son mejores”. Pero Dios ha decidido: “Quiero estar con vosotros. Quiero habitar entre vosotros”.
Él habita en los creyentes a través del Espíritu Santo. Pero esta cercanía a Dios no es un fin en sí mismo. Los elegidos por Dios tienen una tarea. “Él quiere reinar en nuestro corazón”. Nuestra propia vida debe caracterizarse por la fe, la confianza, la obediencia y el amor activo. “Quiere que nos vean y nos reconozcan inmediatamente: Ah, este es un cristiano, vive según el Evangelio de Jesús”.
El templo de Dios en una nueva era
La línea de esta elección llega hasta nuestros días: Dios se ha preparado una morada en la tierra. Así como en otro tiempo eligió a Sion, hoy ha elegido a su Iglesia como lugar de su presencia, dijo el Apóstol Mayor. Quien quiera encontrarse con Dios debe venir a donde Él ha enviado a sus Apóstoles. “Jesús dijo: Esta es mi iglesia, donde sirven mis Apóstoles. Si quieres encontrarte conmigo, debes venir a donde están los Apóstoles”.
Es decisión de Dios que comunique sus Sacramentos y su palabra a través de los Apóstoles. “Los primeros Apóstoles no eran los mejores”. Pero Dios los llamó, les dio poder y un encargo. “Incluso ahora, los Apóstoles, los servidores elegidos por Él, no son los mejores. Pero a través de ellos y del Espíritu Santo podemos recibir la salvación”.
Al final, el Apóstol Mayor subrayó: “Dios nos ha elegido, quiere estar con nosotros. Y quiere que estemos con Él para siempre”. Esta elección es irrevocable. Dios mantiene su decisión. Pero si aceptamos o no el ofrecimiento depende de nosotros. El Apóstol Mayor concluyó su prédica con un llamamiento: “Nos alegramos de haber sido elegidos por Dios y queremos afianzar esta elección”.












Photo: NAC Canada