La gloria eterna, ¿es una sociedad de dos clases? En una carta magistral, el Apóstol Mayor revisa ciertos conceptos del pasado. Y los fundamenta con un pensamiento bíblico muy sencillo y claro.
Aunque la obra de enseñanza oficial «Preguntas y respuestas» no lo decía tan claramente, por mucho tiempo rigió como dogma en la Iglesia Nueva Apostólica que sólo los sellados podrían acceder plenamente a la salvación eterna. «El lugar que el Señor prepara no está destinado a todos en general», decía por ejemplo una circular de la Dirección de la Iglesia dirigida en 1995 a todos los Apóstoles. En su muy leída interpretación del Apocalipsis de Juan, un Apóstol de Distrito puso en claro en 1968 la diferencia existente entre los miembros de la familia de Dios y el resto de los súbditos que sólo experimentan su cercanía ocasionalmente.
No crítica, sino Evangelio
A este tipo de pensamientos se dedica el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en una carta magistral que lleva por título «La salvación en la nueva creación». Su texto se basa en una presentación espiritual realizada en la asamblea de Apóstoles de Distrito. Fue publicada en primer lugar en el número especial 2/2015 del cuadernillo para los portadores de ministerio denominado «Pensamientos Guías». Ahora estos enunciados aparecieron en la revista para los miembros «community», así como en otras publicaciones de la Iglesia Nueva Apostólica.
«El objetivo de estos enunciados no es criticar los enunciados doctrinarios de algunos de nuestros ‘Padres’ o las convicciones de los hermanos», destaca el Director de la Iglesia, «más bien es necesario hacer referencia al Evangelio del amor y la gracia de Dios, y convocar a orientarse en él».
La respuesta de la Biblia
El Apocalipsis de Juan habla de la «nueva Jerusalén», de siervos que servirán a Dios
y reinarán con Él. ¿Tendrá entonces la comunidad nupcial una posición preferencial en la nueva creación?
«Una idea así no es acorde a la actitud de humildad que Dios pide de un cristiano», dice una mitad de la respuesta. «¿Cómo se puede afirmar haberse ganado más que los demás en el reino de Dios, sabiendo que nadie puede entrar allí sin haber recibido la gracia de Dios?».
Pero ante todo, «una idea así no responde al testimonio del Nuevo Testamento», enfatiza el Apóstol Mayor. Aquí hace referencia a 1 Corintios 15:28, según el cual Dios será «todo en todos». «Si Dios es todo en todos, no puede haber nada que lo supere. ¡No hay nada que sea más grande que la plenitud de la vida eterna, que la eterna comunión con el trino Dios en su gloria y en su luz!».
El tema de la elección y la motivación
El Director de la Iglesia también menciona posibles reacciones al pensamiento de absoluta igualdad en la gloria eterna de todos aquellos que se han decidido por Cristo: por ejemplo, «si los demás al final reciben lo mismo que nosotros, ¿por qué tengo que hacer más que los demás?».
Su respuesta: «La novia se destaca por lo profundo fe su amor hacia el novio. En ella arde el deseo de estar en comunión con el que ella ama». Y «sólo el tener como perspectiva estar junto al Señor, sin tener que esperar el juicio final, le alcanza como motivación».
Pero ante todo, «el amor al Señor es inseparable del amor al prójimo». Y lo que vale aquí es que «si amamos como Jesús no nos indignaremos si Él permite que nuestro prójimo tenga lo mismo que nos concede a nosotros…».
«Otros temen que se podría poner en duda nuestra elección». La respuesta a esto es: «No fuimos escogidos para ser los únicos que seremos salvados, sino para tener la posibilidad de ser los primeros en ser salvados». Además, «la elección es en primer lugar un llamamiento: hemos sido llamados para servir al Señor, anunciar y confirmar los favores de Dios, hoy y en el milenario reino de paz».
El verdadero amor no tiene por objetivo privilegios
Por eso el Apóstol Mayor apela a los hermanos y hermanas en la fe a dar suficiente espacio a la adoración a Dios y a promover el amor a Dios y al prójimo. Pues, «quien es consciente de la majestuosidad de Dios, sabe apreciar la gracia que Dios le concede para poder acceder a su gloria». Y «el verdadero amor ya no tiene por objetivo una recompensa y privilegios».
«La motivación proviene de nuestra confianza y nuestro amor a Dios, así como de la nostalgia de vivir con Él en comunión eterna», dice al final. «Cuando esto existe en nosotros, tendremos el anhelo de que la mayor cantidad posible de personas vivan en esa comunión».
Foto: psdesign1 – fotolia.de