La reina de Sabá en visita oficial a Salomón
Un encuentro de dos reinos. Unos 1.000 años antes del nacimiento de Cristo hubo una cita que recuerdan hasta el día de hoy las personas de tres religiones mundiales. Una cita contada por la Biblia, por el Corán y por el cine.
Ella venía de un antiguo territorio al sur de Arabia, el actual país de Yemen en la península arábiga, junto al Golfo de Adén. Él vive en Jerusalén, en el palacio real de la Ciudad Santa. Ella gobierna en Sabá. Su país es un punto estratégico entre India, África y los estados del Mar Mediterráneo. Él gobierna en el pueblo judío. Como tercer rey de Israel, es la esencia de la sabiduría y la prudencia, se lo considera abierto y justo. Son legendarios sus proyectos de construcciones, como el palacio real y el templo. Él impulsa una inteligente política de paz con sus estados vecinos y garantiza a su pueblo décadas de paz. Ella viene con un séquito muy grande y con toneladas de oro -120 talentos de oro- además de madera de sándalo y especias aromáticas. La carga completa de sus barcos es entregada como regalo.
Todo muy cinematográfico, por eso esta historia resiste el paso de los siglos. Una historia de éxito típicamente oriental: se encuentran dos reyes ricos de igual a igual. En realidad, no es de extrañar que también Hollywood haya sabido comercializar exitosamente esta historia.
La sabiduría vence a la curiosidad
También hay en juego un poco de curiosidad. Ella quiere saber si él es realmente tan sabio como dice la gente. Ella lo hace con preguntas difíciles. Así es habitual en Oriente, un juego muy apreciado. Salomón se presta al juego y no queda debiendo ninguna respuesta. Finalmente ella tiene claro que este rey es completamente extraordinario. Sus famosas palabras: «Ni aun se me dijo la mitad» son expresión de su asombro. Ella, con tantas posesiones, que conoce todo, que sabe mucho, tiene que admitir que ha encontrado a su maestro. La sabiduría y la riqueza de Salomón son más grandes de lo que la gente decía: «Yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído» (1 Reyes 10:7). Con abundantes regalos regresó a su reino.
Venir y creer
El mismo Jesús hizo referencia a la rica reina del Sur. La menciona como un ejemplo de que incluso una pagana se presentó para ver a Salomón. Tanto más los contemporáneos de Jesús debían presentarse para acoger con beneplácito al Mesías en lugar de rechazarlo. Finalmente ella se levantará entre los testigos en el juicio final (Mateo 12:42). Hay que venir hacia el Señor, verlo y experimentarlo. ¡Y después volverse a casa y creer! Esta es la consecuencia en lo personal de una antigua historia.
El texto bíblico
El informe del Antiguo Testamento sobre el encuentro oficial de ambos reyes está narrado en forma fluida y apasionante, aquí un extracto de 2 Crónicas 9:1-6: «Oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Y luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía. Pero Salomón le respondió a todas sus preguntas: y nada hubo que Salomón no le contestase. Y viendo la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada. Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra acerca de tus cosas y de tu sabiduría; mas yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto: y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído».
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